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CARTA CXCVIX, 27 NOVIEMBRE 1920 203 ha sido nada para lo que merece mi conducta criminal, mi vida inútil y per• versísima. Dios me perdone. In te, Domine, speravi, non confundar in aeter– num. Amén (3). 2.-Escrito lo que antecede, fuí a Vísperas. Como era de esperar, mi alma se ha aplicado bien a las partes del Oficio de tempore Adventus y se ha pre– parado para dar brincos eficaces. Y a desde hace días se lamía los labios pen– sando en la leche y miel que In illa die stillabunt montes et calles ( 4). No sé si será ilusión, pero me parece que estoy más aliviada. Después de Vísperas, sin darme cuenta, me fijé en el cielo y parecióme que me sonreía. A propó– sito de esto recuerdo en este momento que la parte de la sagrada liturgia que he saboreado de modo especial y repetido varias veces, es el verso de Vísperas: Rorate coeli desuper, etc., y como yo no apnmdo otro cielo que el lumen gloriae, por el cual Dios se revela a la criatura, he invocado esta lum– bre o influjo del Dios glorioso y bienaventurado para que me franquee el abismo que me separa del divino Esposo, y a las nubes, o sea a Dios Padre y Espíritu Santo, que lluevan al Justo; a mi Madre y Reina que me ponga o dé la posesión de El. 3.-Se me olvidaba decirle que ayer, cuando se inició la tristeza y pena, parecíame que mi alma estaba sentada en la presencia y como a los pies de la majestad y grandeza infinita de Dios, y así, con grande afecto, invocaba a mi Dios Humanado; su vida, misterios, méritos, etc., para que todo, todo Dios Encarnado viniera, y adherido a mi alma adorase, amase, etc,, a la Di– vinidad y me mereciera su misericordia y comunicaciones divinas. Veni, Do– mine ]esu, veni (5), repetía, previa otra invocación a mi Dios Espíritu Santo, y con esta breve plegaria invocaba a todo lo que es y posee mi Dios Huma– nado. Esta mañana tuve que agregar a la plegaria una invocación especial al Amor increado, a mi Dios Espíritu Santo, para que aúne su misma bon– dad y grandeza divina en mi nombre, absorbiendo mi alma en su seno pro– fundo, informándome en sus ardores, etc. Estas invocaciones a la segunda y tercera Persona de la Trinidad y los actos de adoración, agradecimiento y entrega al Padre en el fondo del alma, como majestad y grandeza divina, es lo que mejor he practicado desde ayer. Hoy después de Vísperas, ya he (3) Salmo XXX, 2; LXX, l. (4) Cfr. Joel., III, 18; Amos., IX, 13. Es el texto de la Antífona de Vísperas y Lau– des de la primera Dominica de Adviento, que aquel año caía precisamente el 28 de noviembre. (5) Apoc., XXII, 20.

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