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196 CORRESPONDENCIA .DE LA M, ANGELES CON EL P, MARIANO le de1:io la rehabilitación, vida, felicidad y todos los bienes que disfruto en mi amado y santo retiro. Mi Dios querido le pague lo mucho que le ·debo, como El sabe y puede recompensarle. Sí, Dios, mi Dios querido se lo pague; y su pobre hija le guardará eterno agradecimiento acompañado de un cariño :filial, to<;lo divino, que exprese la vida y comunicaciones divinas que le debe y ha querido Nuestro Señor comunicarme por su medio. ·6.-Los asuntos del retiro todos responden a mi necesidad y aspiraciones. Ahora me explico el llamamiento que acompañó a la soberana imposición de la Divinidad como grandeza incomprensible, extendida en el espacio sobre mi cabeza a manera ·de inmenso pabellón-a principios de septiembre-, re– petido posteriormente en varias ocasiones, cuyo llamamiento era los asuntos . que me dió V. R. para los Ejercicios de 1917, o sea la primera parte. Y me explico ahora por qué las comunicaciones de Dios son como complemento de tantas corrientes divirias establecidas entre Dios y mi pobre alma en las elevadas contemplaciones que me inspiraron dichos asuntos, y que mi Dios querido bendijo con afecto paternalísimo y visible complacencia todas las ve– ces que me recogí para meditarlos, desgraciadamente pocas, pues los apre– mios fueron continuos y solamente lo hacía cuando me veía libre de ocupacio– nes y preocupaciones. Repito, Padre mío, que todos los asuntos me convienen y responden perfectamente al estado y necesidades de mi alma, tanto es así, que hasta hoy he andado atrasada por repetir dos, tres y más veces los mis– terios objeto de mis contemplaciones por lo mucho que me interesan y porque el espejo de mi alma, aunque manchado, degradado, etc., ha recibido de Dios el don de prestarse a las impresiones divinas que me interesan y negarse enteramente a las que no responden a mi santa y divina vocación. De aquí que los asuntos propuestos hasta el presente, tan conformes con mi vocación, se hayan impreso tan vivamente que me cuesta desatender a uno solo, aunque sea el· preludio, esto es, las cuatro cartas primeras en las que también tiene mi alma ideas dignísimas que siente necesidad de mirar y reflejar, aunque ya no me obliguen a volver sobre mi conciencia para buscar y llorar los pecados que me recuerda en ellas mi Padre verdad, que, bajándome hasta el polvo y diciéndome la verdad de lo que fuí, quiere también verme perdida en los amores de la Divinidad, como me decía en su carta del 29 de junio. 7.-Lo he pasado muy tranquila y gozosa, pero al mismo tiempo he su– frido, por lo menos la naturaleza, a causa del ansia divina, gemido intenso y abundancia de lágrimas que han acompañado mis respuestas a las comunica-
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