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CARTA cxcmr, 11-12 NOVIEMBRE 1920 • y a mis difuntos, brevemente, para, que mé asistan y ayuden; y cori esto me. he tenido que contentar. Mis difuntos me han dado pruebas de su respuesta a mi invocación, especialmente mientras cumplía la penitencia adherida ·a· la llaga del costado de mi Dios Humanado. 2.-Para 'referir solamente lo que he sentido mientras me ocupaba en· éste, necesitaba un día, así que lo dejo para dedicar el tiempo a la oración,' que me interesa más que la explicación. Solamente le diré que no he podido· afligirme a pesar de reconocerme culpable, ciega y todo lo que dice V. R. y mucho más. Todo ha sido entusiasmo, gozo, felicidad, confianza absoluta, filial en el Padre Eterno e intimidad con mi Dios Humanado, aumentándose la estimación que le profeso con los sentimientos que me inspiran mis difun•· tos y la firme convicción que tengo de la felicidad que gozan por .los méri– tos del divino RedentGr, a quien desean procurar gloria por mi medió como agradecidos a su bondad, etc. _Todo me sonríe, así qüe ·no puedo llorar. Acle:' más, no tengo conciencia; la perdí, y con ella, el remordimiento. ¿ Qué ha-_ cer, pues? Lo que hice; mejor dicho: hice lo que tenía que hacer, y ya no me resta más que secundar la acción de mi Padre, Madre, d_e mi todó en Dios y con Dios. 3.-Advierto que desde el 20 de octubre hasta el 9 de los corrientes, oran• do las cadas de fuegc que recibí en el período citado y en todas mis comu– nicaciones con Nuestro Señor, reconociendo mi incapacidad para secundar_ la influencia de la dirección, le entregaba a mi Dios mi alma, pasiones, con• ciencia, voluntad, memoria, inteligencia, vida y todas mis facultades y ener– gías para que adaptadas me fundiera en el espíritu de V. R. y por su medio me purifique, prepare y absorba en su Divino Espíritu, etc. Imposible manifestar lo que hice y sentí. El día 9, cuando leí su carta, en la primera parte: Veni in terram, etc., vi la confirmación de otro Veni que hace tiempo parecíame escuchar y me requería para seguir la vocación que ·me arrastraba a los profundos abismos de la vida de Dios Uno y· Tri•. no, para participar sus divinas operaciones y después perderme en la En– carnación con el mismo Dios. En la segunda, o sea:. "También yo te llamo", etcétera, una vez más vi en mi Padre el celo divino que le consume a mi Dios por la propia gloria y de la santificación y felicidad de mi alma, y re– cordé la· santa Escritura, que dice: Lampades eius, lampades ignis, etc., et-· cétera, etc., (2), y dije: si tiene hambre mi Padre y quiere co·mer el sebo ' ' ' · (2) Cant. VIII, 6.
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