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CARTA CLXXXV, 6 OCTUBRE 1920 169 vivir, de gozar ni padecer; nada, nada fuera de la aceptación humilde, reco– nocida y amorosa de la vida y voluntad de mi Dios bajo cualquier forma que se comunique sin poder preferir la vida paciente a la gozosa, ni ésta a aquélla, ni la gloriosa, pues todo me merece el mismo aprecio, aunque sien– to alguna inclinación o peso que gravita mi ·· alma y la tiene como inclinada a la santísima y divina Pasión de Cristo; pero esta misma inclinación acom– paña un no sé qué divino que me inunda de gozo y viste de gloria. 7.-Me acuso de todos los pecados y desórdenes de mi vida, arrepentida y deseosa de satisfacer por ellos a la divina justicia, especialmente de haber negado a mi Dios la confianza y dependencia completa que me pedía en sus ministros y .la imperfección con que por esto hice mi profesión solemne hoy hace. 28 años. ¡ Qué rebelde he sido a la gracia! ¡ Cu,ántos bienes he perdido y qué cúmulo de males me he acarreado en estos 28 años, por infiel a los amorosos requerimientos de mi Dios! Absuélvame de todo y enséñeme a ser religiosa verdad, pues no lo soy todávía ni mediana. Mi historia ente_ra, des– de que nací, es una extrañ¡:¡: mezcla de bien y de mal, de. dones de Dios y de · pecados, abusos, rebeldías, deicidios, etc.; por consiguiente, casi 48 años per– didos, como aquellos de quien dij o Dios: Semper hi err.ant corde; ipsi vero non cognoverunt vias meas (2). Que sfonta esta verdad y no tema, sino que tenga cada vez más confianza, es. una locura o un misterio. Bendiga a su humilde hija, q. b. s. m., Sor Angeles Sorazu. (2) Salmo XCIV, 10.
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