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152 CORRESPONDENCIA DE 'LA'M. ÁNGEÍ.1!:!S :coN EL P. MARIANO 'tum est (3). Puede leer la citada carta si quiere completar la visión o comunicación a que me refiero. 5.-Complemento de esta visión parecía la que acompañaba el eco divino que formulaba las palabras: Revertere, revertere, Sulamitis; revertere, rever– tere ut intueamur te (4), cuyas palabras oía cuando menos lo pensaba, como si alguien me las dijera desde una altura invisible. Inmediatamente en un ho– rizonte abierto a mi derecha mostrábanse las tres divinas Personas con V. R. y quedaba mi alma fija y absorta toda en la dirección para secundar sus de– signios, como en la visión anterior. Parecíame que los cuatro personajes del horizonte contemplaban mi alma con visible complacencia, pero leía en su mirada que no habían hecho más que disponerme para la primorosa labor de mi santificación, que estaba todo por hacer... Esto mismo me ha confirmado y me confirma mi Dios Verbo, cuando se presenta como modelo, quien me significa que El está lleno y servidora vacía, lleno de vida divina que absorbe perpetuamente adherido al Poder Generador del Padre y que procure esto mismo, mejor dicho, que lo espere adherida al seno de mi Padre verdad, que es el encargado de transmitirme la vida de Dios. Para merecerla, en alguna manera, que secunde la influencia de la dirección con fidelidad, gratitud y humildad. 6.-Este era mi e~;tado y disposición cuando se eclipsó la luz a princ1p1os de la semana pasada, y continúo adherida a la dirección a ratos con firmeza e intensidad tanta que enajenada por el amor y estimación divina que me merece y el concepto que de ella tengo, pido a mi Dios Padre que me in– forme en las divinas Personas que moran en su seno y a las que busco con ansia creciente para apoderarme de ellas, asimilármelas, etc.; que me trans– mita la vida de Dios, pues tengo hambre, sed, me muero de amor y ansia de Dios, etc., etc. Imposible explicar el sentimiento inefable divino que acom– paña este anhelo y acto de adherencia, abrazo y compenetración con mi Padre verdad y la misteriosa agonía que me produce. Sin darme cuenta se escapan de mi alma estas y otras sentidas súplicas: "Me adhiero a tu seno, Padre mío, que es el divinísimo seno de mi Dios Padre; me falta la vida; dame de beber; asóciame a las divinas Personas; fúndeme en su vida; vivifí- (3) Parece ser que Santa María Magdalena de Pazzis recibió las llagas en junio de 1584. Cfr. Santa María Magdalena de Pazzis, por una Monja del Monasterio de la Santa. Traducida por el P. Elías M. Bañón, O. Carm., Madrid, 1956, págs. 85-86, 323 y 'siguientes, 359 y sigs. (4) Cant. VI, 12.

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