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144 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P, MARIANO cimiento y la estimación infinita. del Sumo Bien,o la amorosa. contrición Y el amor estimativo. La diferencia estuvo en esto: en el horizonte abierto a mi vista a presencia de las divinas Personas se. me impuso la presencia de mi Padre, preparándose para herir mi alma. con dardos divinos y calcinarme con los ardores del Espíritu Santo. Oí una voz procedente del horizonte que decía: "Soy el flechero, quiero herir con mi flecha elegida-el amor-y cal– cinarte. ¡Mírame!" Entendí que al sentimiento de la grandeza de Dios y de la propia nada criminal debía acompañar el amor, y para esto se había dila– tado mi alma, para llenarse del Espíritu Santo, cuya presencia se impuso a mi alma por modo especial, mas no en actitud de comunicarse directamen– te, pues le miraba a V. R. Recordé varias frases de sus apreciables cartas, especialmente las pala– bras con que termina el requerimiento referente al Espíritu Santo de su apre– ciable del 17, que son éstas: "Hinche, hija mía, hinche los senos de tu alma, de tu corazón del Dios Amor." No puedo explicar lo que sentí, creo que no dormí apenas; casi toda la noche, fuera de unos momentos que dediqué a en– comendar a mi difunta madre, lo pasé en oración, contemplación, o lo qne fuera. Posteriormente, muchas veces, algunas estando distraída, se me ha im– puesto la presencia de Dios y en Dios V. R. a. manera de sentimientos o breve entrevista, tan breve, que duraba el tiempo necesario para reclamar mi alma y responder al llamamiento. "Mírame, hija mía, repetía como el 19, y mi alma, convertida en pura potencialidad visiva y obediencia}, se fijaba toda (?) por modo divino en V. R. y amaba a Dios a más amar, y al mismo tiempo espe– raba nuevas comunicaciones de amor que me preparaba. Pero imposible ma– nifestar cómo se fijaba mi alma y reconcentraba toda en la dirección para recibir las imposiciones de la gracia. Tres o cuatro veces, quizá más, en lugar de "Mírame" he oído: Revertere, revertere, etc., en nombre de las tres divinas Personas y de mi Padre, fi– jándose mi alma en los cuatro para secundar sus designios. No puedo continuar porque tengo que ir a confesar y he tenido que ro– bar unos momentos al examen o preparación para terminar esta carta, pues ya hemos rezado Completas. Mil gracias por sus santas oraciones. Bendiga a su humilde hija q. h. s. m. Sor Angeles.
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