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138 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO pues veía que mi alma iba de mal en peor y cada día descendía innumera– bles grados y me alejaba de la santidad. Ya estoy en la casa paterna, encastillada e informada en la dirección ver– dad, en la dirección divina que mi Dios me · pedía. Buena prueba de esto es lo que le decía en mis anteriores, esto es, que ni al mismo Dios puedo bus– car ni tratar fuera de mi Padre verdad. 15.-Con la misma fe, atención y devoción que la pagma primera de su apreciabilísima del 17 leí la segunda y continué la tercera hasta el requeri– miento: "Ven a nuestra mesa", deteniéndome especialmente en las dos pre– guntas: "¿Quieres tú, hija mía, la vida de Dios? ¿Tienes hambre?" La causa de la detención fué que se impuso el conocimiento de la infinita excelencia de Dios y me pareció que su vida divina merece estimación infinita y que debía anhelar su participación con ansia y ardor infinitos, y que esto debía inspirarme mi Padre, y se lo pedía. Lo mismo me ocurrió después a la se– gunda pregunta, a lo que contesté que quería tener más hambre todavía que la que sentía. Mas antes de llegar a esta pregunta, mi alma se había adherido al que es su resurrectio et vita (27). y descansaba amando y percibiendo la vida de Dios a través de su vida y gozaba un reposo inefable, vivificador. Cuando se creía adherida al depósito y manantial y esperaba hallar en él la vida divina, verse precisada a buscarla en una mesa le produjo violencia y fatiga. No había poder humano ni divino que me arrancara del seno de mi Padre verdad, en quien veía la santa Iglesia y poseía a mi Dios Uno y Trino, a la Santa Humanidad y a la Santísima Virgen, todo, todo lo que necesito y puedo anhelar. Compadecido de mí, Nuestro Señor me aquietó y consoló reproduciendo la visión de hace un año, o sea Dios Padre requiriéndome para que recoja de su divino seno las divinas Personas del Verbo y del Espíritu Santo y me ama– mante a sus divinos pechos, que son el mismo Hijo y Espíritu divinos, y lo haga con divina estimación y anhelo y ardor crecientes, pues ésta es mi vo– cación y quiere por este medio resarcirse de los agravios que le infiere la sordera y negra ingratitud deL género humano a su infinita caridad y dig– nación que le movió a extender a la familia humana las dos inefables Relacio– nes de su vida íntima. La v,isión se me impuso en V. R., y Dios Padre, previa la identificación con su alma y vida, mostróseme en su seno y para que no le buscara fuera cambió las palabras de la carta, .sustituyendo: "Ven a mi (27) Cfr. loan. XI, 25.

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