BCCCAP00000000000000000000899

. CARTA CLXXVIII, 25-26 AGOSTO 1920 135 Le signifiqué la estimación que me merecen, pero que no podía fijarme en misterios particulares desde hacía tiempo. Insistió en lo mismo y me señaló tres misterios, entre ellos la Encarnación, y me dió instrucciones prácticas para sacar fruto de la meditación, y que le diese cuenta de cómo me había ido otro día que volviese. Era ya el quinto o sexto día de Ejercicios. Me fijé en el misterio de la Purificación y Presentación del Niño Dios, y cómo en este misterio el Hijo Divino y con El la Madre Virgen se consagran al Eterno Padre, pude muy bien perderme en Dios con mis soberanos Amores, y me ocurrieron cosas inexplicables. La corriente divina y aquel gustar con viveza el misterio que contemplaba duró uno o dos días, que pasé ebria de amor y entusiasmo hacia el Divino Niño, pero de modo tan diferente del que el Padre me aconsejó y entendía, que no estimé conveniente darle cuen– ta, porque era meterme en profundidades para él desconocidas y tan .sospe– chosas o más. que la oración habitual del sentimiento de la presencia de Dios Uno y Trino, que le había explicado en la primera confesión. Dios Nuestro Señor, contento con mi docilidad, vivo anhelo de recon– centrarme en los misterios de su vida mortal, etc., no quiso que continuara la ruta señalada, y tuve que volverme a la noticia general ele la· Encarnación . o Unión Hipostática, que comprende todos los divinos. misterios, incluso las Divina~ Personas. Cuando me confié a la dirección del P. Alfonso, volvió éste a arrastrarme hacia la meditación ordinaria, lo que era imposible, porque no hay para mí caminos ordinarios, sino. que todo lo entiendo en el grado inefable que se me impone. Y continuó en su empeño hasta que se convenció que era Dios quien dirigía mi vuelo y me dejó seguir mi camino, pero sin penetrarse bien y quedándose como a la orilla opuesta. Nunca me dió inici.ativas apropiadas a mi estado; pero, debido al amor y ·estimación divina que me merece la historia de mi Dios Humanado y a las soberanas manifestaciones con que co– ronaba Este mis esfuerzos y recompensaba mi silencio, clociliclad, humildad, amor al camino ordinario, etc., etc., me fué útil la dirección de dicho Padre hasta el 18 de noviembre de 1918, incluso los consejos que me había dado en las confesiones que hice con él antes de confiarme a su dirección. La misma forma de dirección empleó el P. Narciso con idénticos resul– tados, solamente que los misterios particulares de la vida de Jesús los gustaba sólo por horas o momentos a modo de entrevistas con el mismo Divino Sal– vador, que se revelaba en ellos y se me entregaba, abrazaba, etc., ocultándo- 14.-Y ahora, Padre mío, ¿qué le diré de sus cartas del 17 y 24 de los

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz