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130 CORRESPOi~DENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO preparac10n y debido a las visitas divinas que había recibido en aquellos días, cuando vino el P. Alfonso a predicar la plática de preparación para los Ejercicios, me encontraba en mucha intimidad con Dios Uno y Trino. Nada extraño, pues, que al llover sobre mojado se abriera la tierra de mi alma para absorber la gracia, y me elevase a la cumbre más alta de la con– templación para recibir las inefables relaciones ~stablecidas en la vida ínti– ma de Dios al Verbo y al Espíritu Santo. Dios Padre se impuso a mi alma por modo soberano en mística altura, y en su presencia escuché la plática; y a medida que la escuchaba, revivie– ron los huellas divinas que conservaba mi alma, y me metí en unas profun– didades que el P. Alfonso no podía sospechar siquiera, porque ignoraba la causa o fuente de las corrientes divinas que circulaban por mi alma. Los sentimientos, conceptos etc., de esta primera plática orada y sentida .me ocu– paron la mayor parte del tiempo durante los Ejercicios, y lo propio me aconteció el año siguiente, en el que también me aprovecharon los Ejercicios de la comunidad, aunque sufrí mucho y perdí algunas pláticas por estar enferma. Los asuntos fueron parecidos a los del año 1918, pero lo que a mí me ocupó fué la primera plática, o sea la de la víspera, que me supo a gloria como el año anterior, a pesar de haberla saboreado casi diariamen– te desde 1912. El año 1918 .me dió permiso el P. Alfonso para prolongar el retiro una semana, con el fin de resarcir el tiempo que había empleado con las religiosas, que fué considerable; y para esto me dejó la nota o extracto de las pláticas. Antes de terminar la preparación, cuando estaba más abis– mada en la contemplación de la Palabre Eterna del Padre, caí enferma y se concluyeron los Ejercicios. No quiso el Padre prolongar el permiso y tuve que resignarme. El año 1919, en el mes de febrero o marzo, me sentí llamada a un retiro largo. En Dios Nuestro Señor, que mora en el santuario íntimo, veía como dos Personas: la primera me requería para la contemplación, para una recepción y reposo divino; la otra, sin contrariar los designios de la primera, me llamaba a escribir, pero después de haber vacado a la con– templación. Estoy persuadida que le signifiqué esto a V. R. por medio del P. Diego, y que le pedí una orientación para el retiro, pues ya hacía tiempo que andaba mal con el P. Alfonso. El día que se terminaron los Ejercicios de la comunidad le pedí per– miso al Padre para hacer Ejercicios sola, y le signifiqué lo que había en-

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