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120 CORRESPONDENCIA DE LA C:M, ANGELES CON. EL P. MARIANO • sa debida a sus virtudes y vida de sacrificio avalprada con los méritos de Jesús, etc., y ,que en adelanté le procure muchos grados de gloria accidental con la noticia de las buenas obras que practicaré en su divino servicio, pues para esto la pierdo .de vista y la aband.ono absolutamente a su providencia, para que la ame por mí, etc., y yo me reconcentre toda en su divina Majes– tad, siguiendo mi santa vocación. A mi madre le dije que puesto que había sufrido con resignación mi silencio durante el destierro por amor de Dios, ahora que conoce. mejor mi vocación y destinos, lleve a bien que la olvide; mejor dicho: que la ame en Dios con la noticia general que amo a la crea– ción en Dios y por Dios, para que no me estorbe la memoria individual. y dificulte la unidad a que soy llamada y es para mí una necesidad; que mi Dios querido se encargará de notificarle mis procederes y le procurará la inmensa satisfacción que puede desear una madre en el cielo, que es saber que soy toda de Dio.s y para Dios, etc.; que me proteja y. ayude con su in– tercesión para que responda a los designios de Dios y no se frustren sus esperanzas. Desde dicho día sólo de tarde en tarde se impone a mi alma el recuerdo de mi madre, y breves momentos, produciéndome la paz y júbilo que inspi– ran los bienaventurados, como lo ha hecho desde que me notificaron su gra– vedad; y especialmente desde .la noche del 14. Así que no he podido ofrecer por su alma otro sufragio que recordar a mi Dios su historia llena de cru– ces .llevadas. con admirable paciencia, y pedirle la recompensa, y muchos grados de gloria accidental por la buena voluntad con que me dejó venir a esta santa casa y la. resignación con que sufrió mi silencio, etc. 3.-Tenía 78 ·años y entregó su alma a Dios mientras recibía tres besos de los labios de mi hermana en nombre de los tres hijos que dejaba eri el destierro, ele siete que tuvo. Exteriormente no ha podido dar mejores seña– les de la preciosa muerte de los justos. Estuvo muy bien asistida de su con– fesor, religiosos y religiosas de la familia, especialmente de mi hermana, quien cumplió admirablemente los encargos que le di para mi querida ma– dre, aunque creo no necesitaba iniciativas. En cuanto en este mundo puede uno asegurarse de las cosas sobrenaturales, creo haber recibido también prue– bas de la buena acogida que halló su alma en Dios, cuando abandonó el cuerpo, pues a la hora poco más o menos de su fallecimiento tuve una en– trevista con mi madre en Dios, relativamente breve pero vivísima, en cuya mirada leí su historia religiosa y la aceptación que merecieron sus virtudes por parte de Dios Nuestro Señor, y que se preparaba para abismarse en la
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