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CORRESFONDENCIA DE ·LA M. ANGELES CON·· EL P, MARIANO y ardía en el Amor divino con intensidad superior a mis fuerzas y con la evidencia y anhelo propios de esta clase de comunicaciones. 5.-Dios sabe la violencia que tuve que hacerme para asistir a los actos de comunidad u obligaciones que se siguieron · inmediatamente después de estas comunicaciones, porque me abrasaba. Entiendo que Nuestro Señor me ha dado una capacidad inmensa, y ,que esto me ayuda a soportar las comu– nicaciones sobrenaturales sin perjuicio de mis obligaciones y sin que nadie lo note; pero, la verdad, muchas veces me admiro de que pueda seguir a la comunidad, porque no estoy en mí. Cuando me desocupé, quise ponerme a escribir la carta de ayer, porque comprendí que andaría apurada para ter– minarla, pero tuve que arrodirllarme junto a la mesa de escribir, porque se apoderó de mí un no sé qué que me elevó nuevamente al horizonte que dije y me adhirió al poder generador del Padre, y se repitió la triple historia por modo inefable de ocho y cuarto a nueve, y me ·quedé como antes, abrasada y trabajada por el Espíritu de Amor, en una unión inefable con V. R., por cµyo medio. percibía el fuego divino. En esta disposición me encontraba, cuando empecé a escribirle ayer a las nueve de la mañana, por supuesto que haciéndome violencia, porque mi alma quería más orar o permanecer en aquel abandono interior que coger la pluma; pero me pareció que aquello no se acabaría tan pronto, que mi vida será ésta, y que debía sacudir aquel reposo misteriosamente activo para escribirle a mi Padre del alma, que es– peraba mi carta. 6.-En cuanto a su apreciable del 9, que recibí ayer, solamente le diré que cada palabra es una ascua encendida; por lo menos, como fuego pene– traron en mi alma, y le manifiesto con sinceridad, Padre mío, que experi– menté lo que significan las siguientes palabras con que termina la carta: "Te bendice con la efusión del Espíritu Santo, tu affmo. Padre." Verdad es que la influencia del Espíritu Santo es la que más trabaja mi alma, y que el sim– ple recuerdo de mi Padre acrecienta el fuego divino en mi corazón; pero así y todo, es admirable la precisión con que se cumple en mi pobre alma todo lo que V. R. desea e imprime en sus cartas. Dios sea bendito. Fuera de estas comunicaciones-que llamaré extraordinarias o transito– rias-, mi estado habitual es el que indiqué, el reposo vivificador en el seno de mi Padre, por cuyo medio me comunica Dios Uno y Trino su vida divi– na. Ni una ligera nube empaña la felicidad de mi alma. Conozco que he ofendido mucho a mi Dios, que su justicia reclama la satisfacción que debo

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