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CAUTA cr.uv , 13 .AGOSTO 1920 ,105 tu Santo, y comprendía a las dos primeras Personas de la Trinidad. En con– formidad con la voluntad divina rogué al Padre y al Verbo que dirigieran a V. R. la corriente de su infinito amor, que extendieran a mi Padre la divi– na Persona del Espíritu Santo. Apenas hice la súplica, sentí la presencia de mi Dios Humanado en mi interior y experimenté algo de la comunicación del día 10, de aquella transfusión del Verbo en mi alma como Sabiduría di– vina. No me atrevo a decir que se reprodujo enteramente dicha comunica– ción, porque no lo vi claro, pero penetré mejor que dicho día el sentido de las tres palabras de V. R.: "Dios me ha hecho, etc., verdad para enseñarte, iluminarte y elevarte." La palabra "enseñarte" se me impuso como un mis– terio inagotable al modo de la incomprensibilidad de Dios; en cuyo seno des– cubre el alma infinitas perfecciones y acompaña a la noticia un velo impene– trable que revela la infinidad de la Divinidad que nadie puede comprender. Las palabras "iluminarte" y "elevarte" las comprendí mejo.r, tal vez por la experiencia que tenía de lo que significaban. Pienso si esto . que sentí sería la respuesta de la petición que hice. al Padre Eterno momentos antes, cuan– do le pedí que me concediese la participación de su ser y vida divinas en el Verbo, pero no me atrevo a afirmar. 4.-A esta revelación o comunicación, lo que sea, siguióse otra inmedia– tamente, y fué la que más palpé, y complemento de las anteriores. Dios Hu– manado, que parecía haberse como difundido en mi alma y que me pene– traba, informaba, etc., en los atributos de la Verdad y Sabiduría, me presen– tó a V. R. en sí mismo, o no sé cómo decir, pero dentro de mí. Yo le vi a mi Padre en Jesucristo como si surgiera del seno de su doble naturaleza. Era el momento crítico en que yo me preparaba para abismarme en mi Dios Humanado y apoderarme del Amor increado, de mi Dios Espíritu Santo, que moraba en su seno y por mi unión con el Divino Espíritu traspasarme a Dios, a la cámara más estimable que veía en su seno, que es el Amor infini– to que se profesa a sí mismo; más estimable digo para mí, que ya sé que en Dios no hay más ni menos. Pues bien: cuando yo pensaba en. esto, me pre– paraba para robar a Dios su Amor y me reclinaba en el seno de Jesús, ocul~ tóse éste como dentro de V. R. para concederme la comunicación que anhe– laba de mi Dios Espfritu Santo. Sentí en mi interior la presencia de mi Pa– dre, identificado con Jesucristo, en cuyo nombre recibió mi alma que ya, como he dicho, se abismaba en Jesús, y al recibirme percibí el 'fuego. divino que momentos antes viera en el seno de Jesús y que ya se revelaba en el pecho de mi Padre. Mi alma se adhirió al Espíritu Santo en V. R., y amaba
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