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68 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES CON EL P. MARIANO que padezca para que pueda el Señor cumplir en mí sus designios. 3.-Las id.eas o pensamientos que me sugiere, no sé si el demo– nio o la naturaleza, el conocimiento propio o la ciencia experimental del estado a que Dios me llama, o todo junto, son éstas: 1.º, que un estado tan perfecto no es para una criatura que ha sido tan perversa y pecadora como yo, quien no c;lebe ni siquiera atreverse a llamar a Dios «Nuestro Señorn y mucho menos «mi Padre», «mi Dios», efc., pues es un deshonor para Dios que yo tan pecadora le llame así ; ¿ qué descrédito será para Dios tenerme a mí en el estado en que pretende, o mejor dicho, pretendo yo colocarme, pues soy yo y no Dios quien esto desea? 2. 0 , que V. R. me dice que Dios me quiere muy santa porque no me conoce, pero que tenga entendido que, cuando me conozca y vea lo malísima que soy, me apartará de Dios y me privará de su trato y amistad, si es que tiene un poco de celo de su honor y gloria (de Dios se entiende) y que a lo sumo me permitirá hablar con El sólo para pedir que tenga misericordia de mí como el publi– cano que describe el Sto. Evangelio (r); por consiguiente, que deje la santidad para los santos y la vida de unión con Dios para las almas inocentes, y desistiendo de mi intento me contente con salvarme, que es lo sumo a que puedo aspirar, y para esto perma– necer toda mi vida en la vía purgativa, llorando mis pecados y nada más. 3.º, que es un estado muy penoso y violento para la natu:– raleza humana el que me exige Dios Nuestro Señor (o yo pretendo). pues tener siempre a la vista dos cosas tan opuestas como Dios y el pecado, el. sumo Bien y la suma malicia (que no otra cosa soy yo), amando intensamente a aquél, y aborreciendo lo sµmo posible .a ésta, es un tormento insoportable, y no menor el tener que comuni– car a mi Padre Espiritual estos bienes y males que me obliga el Señor a tener siempre a la vista, pues no debiera comunicar más qUt~ el bien o el mal, y no los mayores pecados y las miserias más gran– des, cuales son las que existen en mí, con las gracias más singula– res que el Señor concede a las almas, lo que parece un contrasentido y me ocasionará un sufrimiento constante, pues veré unidos en mí (r) CL Luc., XVIII, 9-14.

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