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66 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES CON EL P. MARIANO vehemencia y aguarda con ansia suma el momento feliz en el cual espera este golpe de muerte que, dejando a mi alma profundamente humillada y anonadada y muerta en sí y para sí, -la reducirá a su origen, que es Dios, para. sólo vivir en El y para El. Esta muerte, aniquilamiento o destrucción de mi ser moral, hace mucho gue Dios Nuestro Señor exige de mí, mejor dicho, quiere que consienta. en ello a fin de que su amor, no hallando en mí obstáculo a sus operaciones, pueda llevarme a donde quiera, colocarme en el grado de santidad que desea, y hacer que se desarrolle y manifieste en mí su vida divina; y como Dios Nuestro Señor al anunciarme esta muerte y pedir ·mi consentimiento todas las veces que lo ha hecho (y sobre todo durante la .octava del Corpus del actual) me ha obligado a prometerle que no r~husaré hacer ni padecer nada de lo que me ordene, ni le negaré ninguno de los despojos o desprendimientos que ni~ exija su gracia, ni me sustraeré a los múltiples estados de ~ufri– miento y humillación en que se complazca ponerme su divina vo– luntad, pienso que tengo que padecer .mucho y que esta muerte lle– vará el Señor a cabo en mi alma a cost! de muchos trabajos, y sobre todo, de profundas humillaciones. Mas qué digo pienso, mejor sí que entiendo que será así y que, aunque es Dios Nuestro Señor el que me hará morir a mi alma· en la fornia indicada, lo hará por medio de V. R. Yo así lo creo, pues así me da a entender Dios Nuestro Se– ñor todas las veces que, arrojándome en sus brazos para que dispon– ga de mí como guste, le pregunto: ¿ qué queréis hacer de mí y qué queréis que haga por Vos? 2.-Deseo ardientemente ver cuanto antes realizado en mí lo -que Dios me anuncia, y es por esto que pido a su Majestad que, si es su voluntad y conviene a su gloria, ponga manos a la obrá y me colo– que pronto, pronto, en el estado de sufrimiento y humillación por el cual suspiro y del que siente mi alma una verdadera necesidad para poder conseguir el bien que anhela y la dicha qu~ espera, que no es otra que: 1.º, salir de estos bosque oscuros que constituye mi sober– bia y en los íl_Ue me hallo metida _(pues no otra co~a me parecen los lugares en que habito, aunque clarísimos, comparados con los que d Señor me deja entrever) y encontrar la luz; 2. 0 , alejarme de los pe– ligrosos senderos de la hipocresía, mentira y ficción que conducen al abismo (pues no veo en mí más que lo que acabo de indicar) e in-

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