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CARTA rv, 12 AGOSTO 1910 61 rna, faltas, imperfecciones, pasiones, todo lo malo que hay y ha ha– bido en ella, dejándome a mí profundamente humillada con. el cono– cimiento claro de la gravedad y fealdad aborrecible de todos aquellos· c\efectos, mejor dicho, vicios y pecados que arrancaba de mi alma, y con un grande horror y aborrecimiento de mí misma, en virtud de cuyo aborrecimiento y horror me alejé, despojé, huí o no sé qué, de mi alma y me fuí a vivir en Dios, con Dios, por Dios, de Dios y para Dios y nada más (1). Como sentía de una manera sensible en mi alma los efectos de este recorrer Dios por medio de V. R. los se– nos de mi alma, quitarme los defectos, hacerme .aborrecec lo mismo y a mí por ellos, etc., etc., yo creí que era un hecho ; pero después que cesó o pasó aqmJ no se qué, entendí que no era un, hecho, pero que lo sería. Y yo quedé muy contenta y agradecida a Dios Nuestro Señor, pues estimo más esta humilad, amor de Dios, limpieza de alma, etc., etc., que el Señor me prometió conceder por medi9 de V. R., que todos los beneficios particulares que me puede dispensar. ¡ Tanta es • la paz y tranquilidad, descanso y alegría que produce todo esto; en 11 mi alma! 4.-He luchado mucho conmigo misma ante ul temor y deseo, re– pugnancia y obligación de manifestar a V. R. lo qtie dejo escrito. Como ve, no, tiene cosa particular ; sin embargo, he vacilado bastan-, te para escribir, y aun ahora que lo tengo escrito estoy batallando .non sé si conmigo misma o con quien entre dos afectos contrarios: uno que me obliga a mandarle la carta según está escrita, diciéndo– me : «Acuérdate cuántas veces te ha dicho Dios que uno de los mo– tivos que le obligaban a someterte a la dirección de sus Ministros era tu costumbre de enterrar bajo la tierra de tu propio conocimiento todas sus luces, favores, vocaciones y manifestaciones de su voluntad, clicie.ndo: «Esto no viene bien con mis pecados, siendo quien soy no puedo ni debo tegular t11i conducta por las luces y favores que reci– bo ... >>; al fin de que tu Director enterado de lo que Dios quiere y eri;s tú, te conserve en el terreno de la humildad sin dejar por esto de obli– garte a responder a los designios de Dios y a corresponder a sus fa– vores con la fe, gratitud y amor)) · El otro afecto es un temor, un temor, pero 1m temor muy grande que no puedo explic~r, cuyo temor me retrae de fratar con V. R. y (r) Véase la Autobiogafía, p. 349, ,nota.

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