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CARTA II, 21 JULIO I9IO . abandonada como estaba a la voluntad de Díos, me obligaba su Ma– jestad a hacer cosas extravagantes, buenas, se entiende, pero que lla'– maban la ¡:itendón de la comunidad y hubieran llamado mucho más si yo hiciera t<:>do lo que Dios Nuestro Señor me obligaba a hacer. Yo temía mucho, y me daba J.UUCha vergüenza ser lo que ·Dios quería que fuera; y aunque deseaba mucho glorificar a su Majestad a costa de mi honor, de mi vida y de mi gusto; pero temía engolfarme en aquella voluntad de Dios, empeñada en llevarme por caminos extra– ordinarios. Insté mucho. al Señor para que me hiciese muy suya, muy santa, un instrumento de su gloria como deseaba, eso si, pero sin salir de los límites de la prudencia humana para no llamar la aten– ción a nadie. Mas Dios Nuestro Señor no quería; y aquí co.mehcé a luchar con· El,· rogándole encarecidamente que cambias.e de rumbo, y me concediese la gracia de amarle mucho y prestarle grandes ser– vicios, pero en un estado de gracia ordinaria, quitándome aquel es– píritu irresistible que no me permitía estar tranquila sino es obran.do actos heroicos. No quiso el Señor· acceder a mis ruegos, y yo, des– pués de grandes luchas que sostuve con El en eE¡te s~ntido, resolví· resistir al espíritu que me ·guiaba hasta tener un Director espiritual que me librase de los peligros que preveía yo en aquel camino. Y así lo hice, causando a Di.os con esto un sentimiento tan gran:de, que no hallo términos para expresar. Descendí, pues, de· aquel estado grado por grado, costando al Señor muchísilJlO cada grado que .yo descen– día y me alejaba de El, y también a mí me costó mucho ; pero era tal mi temor, que preferí perder aquel infinito. Bien de la. posesión de Dios, que exponerme a perder la humildad. · Quedé en un estado no ordinario, pero tampoco muy extraordina– rio, gozando de la presencia de Dios 1 experimentando su ·protección y el cariño paternal con que velaba sobre m[, a pesar de no hallarme yo en el estado en que su Majestad quería, aunque sí pensaba volver a aquel estado de unión y conformidad con su vóluntad cuando tu– viese un Director espiritual que me conociera a fondo y me conser– vase humilde para no envanecerme con los favores divinos, si es que insistía el Señor en querer llevarme por este camino, y me librase también de los peligros que yo preveía en mi trato con las criaturas en aquel estado de enajenamiento en, que me ponía el Señor, ense– ñándo,ne la manera de tratar con ellas. ITINERARIO MISTICO 4
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