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26 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES CON EL P. MARIANO años en este estado de rebelión sin. querer entregarme a su voluntad, resistiendo al Espíritu Santo, despreciando su bondad, inutilizando todas sus gracias, cometiendo mil pecados; con mi alma repleta de miserias, investida nuevamente de esta túnica de pecado q~e el Señor me había quitado ya a fuerza de sufrimientos y favores continuados por espacio de cuatro años y luchando. noche y día con toda la San– tísima Trinidad, a quien yo entonces poseía, hubiera muerto de pena. ¿ Quién lo duda? Y sin embargo, todo .esto y. mucho más he hecho yo en estos dieciséis años, durante los cuales no he hecho otra cosa que ofender a Dios, escandalizar al prójimo y envilecer hasta no poder más esta mi pobre alma, objeto entonces de las complacen– cias de Dios y• ahora de las burlas del demonio, que estará tan con– tento como triste quedó el Señor cuando yo me alejé de El por un temor tal vez. vano (1). ¡ Ay, Padre!, y ¡ qué remordimientos he tenidó y tengo de esto ! 5.-¿ Y sabe por qué motivo me alejé de Dios? Se lo diré. Me co– locó el Señor en un estado. tan sublime que no es fácil explicar. Yo vivía enajenada de mí, en un estado de impecabilidad, de inocencia, sencillez y de caridad divina tal, que para hablar con las religiosas tenía que descender multitud de grados del lugar donde estaba: y ha– cerme primero cargo del modo de ser de ellas para poderlas tratar. Como estaba animada del espíritu de Dios, que todo es sencillez, ino– cencia y caridad, yo no podía tratar con las criaturas con la cautela, frialdad y desinterés que en este mundo se tratan, sino con el mismo cariño con que Dios me trataba a mí, pues me parecía que todos éramos una misma cosa en Dios. Y como esto hubiera llamado la aten– ción, máxime con los efectos que yo sabía producían mis palabras en las personas con quien trataba, yo temí continuar en aquel estado, pues cada ~ez iba volviéndome. más sencilla y amorosa, de tal ma– nera que hubiese querido ir de casa en casa por todo el mundo en busca de los pecadores para atrae.r a todos a Dios, diciéndoles cuán bueno es, las misericordias que había obrado conmigo, siendo tan pe:– cadora como soy, y las maravillas que haría con ellos, mucho mejo– res que yo, si se convertían a El ; y mil cosas por el estilo. Además, (1) El descenso de que aquí habla se verificó a fines de diciembre de 1894, pues oo la Aut?biografía, p. IIS, dice que el grado de unión iniciado el 25 de sep– tiembre duró próximamente unos tres meses.

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