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I02 CORRESPONDENCIA DE LA M. J\NQELES CON EL P. MARIANO mores y angustias, el asombro y terror que comenzaba a experi– mentar en mi alma, vuelvo de nuevo a verme en el mismo estado de gracia y de luz que antes. Otras veces me parece ver en mí un alma pecadora, pero tal que no parece sino que existen en mí todos los pecados que han come– tido y cometen todos los pecadores del mundo ; y lo veo yo así, por cuanto he quebrantado todos los mandamientos de la ley de Dios y de la Santa Iglesia y no hay vicio capital que no me haya dominado, ni existe apenas género de pecado que yo no haya co– metido, y la mayoría en materia grave, cuyos pecados gravan y ha– cen que pesen muchfaimo más en la balanza de la divina justicia .las circunstancias de haberlos cometido, no a ciegas y sin ·saber .lo que hago como los pecadores del arnndo, sino con ¿!aro conocimiento y plenitud de luz divina, en la presencia de mi Dios y al tiempo mis– mo que este Divino Señor me colmaba de gracias y .favores, y de tan singulares favores (sobre todo desde los dieciséis años de mi edad hasta aquí) que cualquiera qrn~ supiera .la conducta que el Señor ha observado conmigo, creería de mí que soy una gran santa, siendo así que soy tan pecadora que no habrá nadie en el mundo que, oyen– do en confesión mis gravísir:nos pecados, no se maraville y juzgue de mí lo peor que pueda juzgar (1). Este conocimiento me pone en un estado de angustia y tribula– ción que no me es fácil expresar, y en mi apuro de no poder r~unir en una sola alma tantos pecados por parte mía, y tantos favores de parte de Dios sin exclamar: «O son ilusiones estos favores, o no existen tales pecados, y pues de éstos sé de cierto que los• he come– •tido, por consiguiente, no pueden ser verdaderos aquéllos)), busca mi alma una Juz, un rem~dio en su. tribulación, y no halla otro que descubri.r a V. R. todo el mal y bien que ve en sí en la firme per– suasión de que con ~óJo esto quedará remediada, como así es, pues ~ (1) Para orientar al lector en el bosquejo sombrío que aquí describe con tanto realismo la humildísima M. Angles, le brindamos un comentario autorizado. Ya se publicó en una nota de la Autobiografia, p. 2!; pero aquí viene como anillo al dedo. Su autor, el P. Mariano de Vega. «Si las almas inocentes, y las que no lo son, hubieran tenido la dicha de leer, como servidor, fa confesión general de toda su vida, escrita en septiembre de 1910,. 1110 solamente no hubieran quedado escandalizadas, sino altamente admiradas de la bondad de Dios U no y Trino para con esta humildísima criatura.» Ahora el lector prudente sabrá a qué ate– nerse.

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