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CARTA VII, .7 SEPTIEMBRE 1910 IOI mentos en algúna nueva tribulación. No duran a veces más que un momento brevísimo, pero me afligen mucho. L,a naturaleza de ·estas tribulaciones experimentadas . y que experimento e'n mi. alma en el estado presente es ésta. Cuando menos pienso, me· encuentro po– brísima, destituída de todos los bienes que momentos antes me pa– recía poseer en. Dios y ver y experiment_ar en mí, como si me hu– biesén quitado el alma y dejado sin ella ; no, no he dicho bien ; pues no me veó..destituída del alma sino de las gracias que esta alma po– brísima, y que nada posee en sí misma, recibía momentos antes de Dios, como si cortada la corriente de gracias y bienes que existe entre Dios y mi alma, me quedase 'sin nada, nada, nada ; vacía de todo punto, pobrísima, en sumo grado, Y' destituída de todo bien. Al verme así, juzgo que todos aquellos bie~s que antes poseía y veía en mi alma (con conocimiento· claro de que no son míos, pues sé que me vienen de Dios) eran gracias y bienes aparentes y fingidos y no verdaderos, como igualmente todas las comunicaciones divinas, pues aunque continúa viendo a Dios o tratando con El, es un ver y tratar muerto, sin vida, o no sé como diga. En vista de esto, empiezo a deplorar mi infortunio y a detestar mi necedad. de haber dado cré– dito al amor que Dios me tiene, favores q~e me dispensa, etc., etc., pensando que todo e~ mentira, y arrepentirme de haber comunicado o dado a conocer a V. R. (y de que conozcan las personas que me tratan) estas finezas de Dios conmigo. Me veo en necesidad de con– f'1sar como un pecado gravísimo de. soberbia, hipocresía y mentira ej haber romunicado a V. R. estos favores (que juzgo .yo aparentes) recibidos de Dios, y de retractar lo dicho,· diciéndote que le he en– .gañado y comunicado mentiras, pues no existe semejante amor ni predilección de Dios por mí, n.i espíritu, ni vida, ni bien alguno' en mi alma. En este apuro, después del recurso a mi Dios .(a quien me lleva ·y conduce inmediatamente úna mano invisible que yo no veo), no hailo otro remedio que éste," que es el único que hallo me tranquiliza y hace desaparecer todos mis temores, cual es : fran– quear, mi corazón a V. R., contarle todo lo que me pasa, y descan– sar en el conocimiento pleno, claro y exacto que V. R. tiene o es– pero que llegará a tener de la malicia y bondad de mi cuyo conocimiento espero únicamenté el remedio. Apenas go esto último, cuando, desapareciendo por completo
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