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CARTA VI, I SEPTIEMBRE ·1910 sistió en un vivir engolfada en l'1. Divinidad (1), sufriendo lo indecible a causa de un deseo insaciable de amar y glorificar y ver amado y glori– ficado ·del Padre y del Espír'itu. Santo, de los Angeles y Bienaventura– dos al Verbo Divii10 Hum.anado infinitameüte más de lo que es; lo que ;10 es posible. Pues habiéndole acompañado en los misterios dolorosos de su pasión .Y muerte con honda impresión y gran sentimiento de mi alma en virtud de las luces comunicadas a mí poco· antes en orden a su vida divina en el seno,del Padre; de sti exc.elencia y dig- . nidad y de la condu~ta divina de Dios. Padre con. El, por lo que no podía yo ver sin gran dolor inferirle la más leve injuria (cuánto me– nos los tormentos y profundas humillaciones de su pasión), deseando yo anular si posible fuera todos sus sufrimientos y humillaciones con padecerlas yo y hacer que no hubiese padecido nada, que es lo que a mí me atormentaba, me vi obligada por obediencia a dejar la Hu– manidad pasible y mortal de Jesús, y engolfarme en la Divinidad, lo que me costó un verdadero martirio, y me obligó a querer muchí– simo más a la Sta. Humanidad de Jes1h, y me produjo un amor. tan ardiente y; un celo .tal .de su amor y gloria, que me parecían nada todos los.. obsequios que le tributan los Angeles y bienaventurados en el cielo ; ni quedaba satisfecha tampoco con el amor que le pro– fesan, obsequios que le hacen y caricias que incesante~ente le prodi– gan Dios Padre y Espíritu Santo, pues deseaba compensar sus tra– bajos y humillaciones padecidas en estado pasible en el mundo con mayores obsequios. En vista de esto Dios Padre me .dijo que, identifi– cada con El y con la Divina Persona del Espíritu Santo, procurase · en adelante realizar todos los actos que estas dos Personas Divinas realizan a favor del Verbo Humanado, y ·que este ejercicio lo consi– derase como un oficio que El (Dios Padre). me conferia y mandaba ejercer en obsequio de su Unigénito Humanado, objeto único de mi amor, todo el tiempo de mi vida y de~pués en la eternidad, y que de este modo vería satisfechos mis deseos de glorificar a Jesüs ; y así fué. El final de este estado. fué el principio del tristísimo período de sufri– miento y vida de pecado en que V.· R. me encontró ya la primera vez que vino y del que acaba de sacarme.; lo que tuvo lugar por el (1) Autobiografía; p. 319-320.
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