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CARTA VI, I SEPTIEMBRE I9Iü dicado de los designios de Dios respecto de querer valerse del ins– trumento inútil y déspreciable de mi persona para empresas grandes, y he tenido y tengo muchos rem.ordimientos de conciencia de no haber respondido a los designios de Dios ; y todas las veces que me he visto enferma de gravedad en punto de morir, no he tenido más sentimiento que morir sin haber cumplido los designios de Dios .. Sin embargo, yo vacilo mucho en esto y no quiero o no me atrevo (no sé qué) comenzar a responder a.los designios de Dios, juzgando que en tantos afios como han transcurrido desde la primera vez que el Señor me manifestó lo que dejo indicado, ya habrá cambiado de ·decreto, cansado de mis resistencias y, ofendido de tantas ofensas como le he inferido, sobre todo en mi falta de correspondencia y,este abuso con– tinuo de sus gracias; por lo que me parece que no debo pensar más en ello. Además, el conocimiento de ta11td!3 pecados como he come– tido en estos quince o dieciséis años me retrae también mucho e im– pide responder a los designios de Dios, caso que no hubiere cambiado de decreto; pues si en la ocasión que he referid~ rehusaba entre– garme a la voluntad de Dios, porque era pecadora ¿ cuánto más ahora que 1~ soy muchísimo más y he cometido tántos y tan gravísimos pecados desde entonces· acá? · Vuestra Reverencia me dice que si no me abandono a la volun– tad .de mi Dios, me arrojará como instrumento inútil a un rincón y olvido perpetuo y después al abismo de los abismos. Si es verdad que Dios Nuestro Señor quiere valerse de mí para lo que su Majestad Divina me tiene indicado y no ha cambiado su decreto, yo quiero eficazmente comenzar . a responder a sus designios ; empero tienen que obligarme, pues sin que me mande quien tiene autoridad sobre mí, yo no puedo ir a Dios, aunque me llame el mismo Dios y me asegure de la manera más solemne ser esta su vo_lut¡,tad. Dios Nues– tro Señor me tierie insinuado que me valga del conocimiento que tengo de su bondad, del amor que le he profesado y profeso, de mi confian– za, de los lazos que me unen a Él y de su predilecci6ti por •mí para obligarle a que use de misericordia con lÓs. pecadore_s y los favorezca y conceda el triunfo de la religión católica a m:i patria, como le indi– qüé en mi anterior. Sin embargo, yo no me he valido de ninguno de los motivos indicados a favor de la humanidad y de los católicos españoles hasta que no me mandó V. R. en su última carta; ahora

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