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84 CORRESPONDENCIA DE LA M.•Á,.NGELES CON EL P. MARIANO der que lo haría y valerse de mi miseria para .empresas que llamasen la atención de las criaturas era como un descrédito para s.u Majestad, dije al Señor : «¡ Cuántas Princesas hijas de reyes, jóvenes nobilhti– mas y almas virtu9~s habrá en el mundo en la actualidad! Vos sa– béis. Id, pues, Dios mío, a ellas y elegidlas para todo esto que me _indicáis, pues en ellas parecerán muy bien a cuantos las contemplen todos estos favores y designios relacionados con vuestra gloria, y se– réis muy honrado y glorificado, lo que no en mí, pues siendo mi pri– mera obligación ser humilde y como tal presentarme a la faz del mundo entero pobre, vil y despreciable, como soy, cualquit¡ra que vea que concedéis estos favores a criatura tan miserable como yo y· os servís de mí para estas empresas se escandalizará de Vos y os des– preciará ..No, Señor, no; id a una de esas hijas de reyes que os pue• den honrar mucho y serví'Os de ellas y no de mí. .. para empresas tan gloriosas». Me contestó el Señor: ((Cuando .conviene a mi gloria y es mi voluntad, elijo Reyes y Reinas, Príncipes y Princesas para de– pósito de mis riquezas y la exaltacion de mi santo nombre ; pero hoy me complazco en elegirte a ti, y quieras que no quieras, tú serás lo que Yo quiero que seas». Repµse al Señor, respondiendo a .su insi– nuación de que le convenía mejor para sus intentos una criatura tan pobre y ruin como yo, y le dije: <(pues queréis almas pobres, inúti~ les e ignorantes, que no tengan nada de qué gloriarse en si mismas, elegid a una que sea inocente, que nunca os haya ofendido, y si no hubiere ninguna en el mundo, elegid a la primera que nazca, aco– gedla bajo vuestra protección, preservadla de toda culpa y haced con ella lo que queréis hacer conmigo, pues yo soy muy pecadora y os he ofendido tanto, tanto, tanto». A lo que me contestó el Señor: «A ti pecadora me complazco en elegir para que en tu miseria, pobreza y humildad resplandezca mejor y se haga más notorio a todos mi infr– nita bondad ;y misericordia)). Por entonces resolví abandonarme a la voluntad de mi Dios y dejarle obrar en mí y por mí lo que deseaba ; pero pronto c.ambié de idea y temiendo los peligr;s que preveía, comencé a resistir al Señor, suplicándole que aplazase sus intentos y me esperase hasta que tu– viese un Director Espiritual que me conservase humilde y me librase de peligros. Muchas veces me parece haber entendido lo mismo que dejo in-

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