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CARTA VI; l SEPTIEMBRE 1910 Dios que yo sea humilde, muy humilde! lo cual yo creo firmísimamen– te y estoy persuadida de ello desde que. tengo uso de razón, de tal manera que jamás he podido dudar de ser ésta la. voluntad de Dios, pues todo lo que veo en mí me induce a creer•y, he creído siempre que estoy en el deber de ser la criatura más humilde de cuantas han existido y existen sobre la tierra, . porque soy la más pobre, la más inútil, la más vil, la más pecadora de todas. No contaba yo tres años de edad (1) y ya sabía esto, por lo que nunca jamás he podido ·en mi corazón igualarme con nadie en este mundo, pues sé que soy in– ferior a todos. Mas ,no por esto he dejado de ser muy soberbia, la · más orgullosa de todas _las cri,aturas del mundo, no obstante creerme inferior y muy inferior a todas, en el sentido de complacerme en bienes ajenos apropiados sin duda a mí o no _sé de qué manera, por mis<l'deseos de figurar _en el mundo, de que me aprecien y estimen las personas con quien. trato, etc., etc. Pero, ·¡vamos l, a. pesar de las densas tinieblas que este vicio capital de Ía soberbia ha producido y produce en mi alma,· no he podido yo nunca poner en _duda la ver-' dad de que Dios me quiere muy humilde. 6.-Pero me dice también V. R. ¡¿ue Dios Nuestro Señor quiere valerse ele mi ruindad e inutilidad pá:-a grandes cosas, y sobre esto tengo yo una duda que creo será muy del agrado de. Dios y muy útil .y aun necesaria a mi alma que V. R. m·e aclare, solvente y me coloque y afiance en lo que es cierto y verdadero de tal ·manera que nunca hiás pueda volver a dudar. Hace más de quince años, cuando no dieciseis, D_ios N.uestro Señor poi: un efecto de su infinita misericordia y. bondad, me hizo ver un día · que tenía determinado favorecerme _mucho y valerse de mí para grandes empresas relacionadas con su gloria y la salváción de las almas (2). Yo :,entíá. en mi corazón un amor a Dios mayor que el que tenía a mi misma, por. lo que deseaba más su honor que mi bien. Y juzgando que el favorecerme a _mí en la forma que el Señor me daba ·a enten- (r) -ccEn el momento en que me hice cargo de mi existencia-debió ser a los tres años o antes, porque recuerdo la vida que hice en Zumaya-me persuadí de que la malicia humana, de que :tenía noticia confüsa·y general, estaba como re– concentrada en mi alma., y que era yo l;x úirüca pecadora- y el blanco de las iras de Dios ; todas las demás almas parecíanme sa·ntas y amables a los ojos de Dios y merecedoras.de todo honor.» Autobiografia, p. 15. · · · (2) Una visión semejante refiere la Autobiografía, p. 122; · pero ni con tantos pormenores, ni •co1;, tan vivos coloridos como Jo hace aquí.

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