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En las últimas fases ·del cuarto período de la vida del alma en Dios con Jesucristo, se verifica un cambio notable; ya no es el alma quien vive en Dios, sino más bien Dios quien vive en el alma. En qné consiste esta vida de Dios en el alma y en qué se diferencia de la. vida · del alma en . Dios puede vislwnbrarse por estas ex– presiones de la M. Angeles: "Aquí empieza ya a manifestarse la vida de Dios en el alma, quien en adelante hallará a Dios en el fondo de su ser siempre que lo busque, aunque de diferente manera que lo ha hallado hasta el presente. La diferencia consiste en 'que antes, a medida que sus relaciones con Dios· eran más íntimas, se sumergía más en el infinito océano de su Divinidad, penetraba como más aden– tro en su divino seno y se perdía ·más; Ahora, por el contrario, pa– rece que se derrama en ella, se dilata y e.1:tiende y la posee cada vez mejor, sin que ella haya abandonado el higar que ocupaba en su divino Ser ni deje de sentirse perdida en Dios. Es corno una do– ble posesión de Dios que vive en ella y penetra al mismo tiempo que la absorbe en sí" (1). He aquí sumariamente indicadas algunas de las manifestaciones más no 1 tables que caracterizan este período. El alma se ve com·o envuelta por el esplendor de la santidad y caridad divinas. Dominada por el imperio soberano de la Voluntad .de Dios, se identifica con el divino beneplácito. Para que· comprenda mejor y estime más el inestimable bien que posee, Dios permite que las criaturas le ocasionen no pocas molestias y graves perse– cuciones; sin embargo, el alma, agitada por las olas de la tempes– tad, no pierde la serenidad, sino que, rebosando júbilo y contento insospechados, goza de mucha tranquilidad, bien que a las veces las aguas de la tribulación remuevan alg1ln tanto la superficie de su espíriJtu, no ya por lo que ella sufre, sino porque la persecución se extiende a otras almas inocentes. Pero aun en este caso sufre con tanta resignación, que la dicha y el bienestar .que experimenta (1) SoR ANGELES SoRAzu: La vida espiritual, p. 241.

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