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Al hilo del Evangelio debemos convencernos de que la cruz nos es necesaria en la vida, para vivir la vida cristiana. Cristo lo dijo, y la vida nos lo recuerda. La vida nos da muchas satisfacciones, pero también muchas amarguras. Estas no son más que las sombras de los palos de la cruz de Cristo. Que cargar con ella en plenitud eso únicamente los gigantes: los santos. Pero esos fracasos, esos desprecios, esas incomprensiones, esos días negros, esos dolores que resisten todos los calmantes ... , esa suma y sigue de cada día y cada noche, son la pequeñísima cruz de nosotros que nos titulamos cristianos. Son no el peso de la cruz, sino la sombra de la cruz de Cristo que nos alcanza de cuando en cuando. De la aceptación o no aceptación de esta ración de cruz que nos corresponde depende la felicidad de cada uno, y la paz de su alma. Revolverse contra eso, es algo así como querer quitar esos posos casi imperceptibles que a veces nos encontramos en el fondo del vaso del agua; lo único que se consigue es manchar más el agua. Hay que luchar contra todo eso, sí. Pero ser inteligentes y aceptar que a pesar de todos los pesares en la vida no hay felicidad per– fecta y hasta la luz hace sombra ... Comprendo que en nuestros tiempos ponerla en primer plano no es moda. Pero la verdad es la verdad y ni todos los siglos la podrán borrar. Además la vida de cada cual le va enseñando que esa verdad es cada día más verdad. La existencia es una larga escuela de su– frimiento. No pido que nos alegremos por ello. Ni que fatalísticamente nos dobleguemos ante el peso del dolor. Pero si la cruz llama a nuestra alma, que no le cerremos la puerta, y que la dejemos hacer sombra sobre nuestra vida, que a veces de tan resplandeciente, de tan su– perficial, no nos deja ver el ejemplo y la verdad de Cristo: «Quien quiera ser mi discípulo, que cargue con su cruz cada día y que me siga.» Y con la cruz -que es bendición, pues con ella nos bendicen– llegue la bendición de San Pablo: « La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma.» 95