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Domingo de Pentecostés «Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu» (1 Cor. 12,4). LAS SORPRESAS DEL ESPIRITU San Pablo en este día de Pentecostés, a través de la liturgia, nos habla de los carismas. Los carismas sobreabundaban en tiempo de San Pablo. Los caris– mas existen ahora. Nosotros les tenemos miedo; en aquellos tiempos los buscaban con ansiedad. Ahora tenemos una Iglesia superestructurada; entonces era una Iglesia que comenzaba a andar bajo el impulso del Espíritu. Por eso sobreabundaban más los carismas, los milagros ... Ahora, ¿qué? Ahora tenemos que abrir el corazón a la esperanza, porque pa• rece como si de repente el Espíritu hubiera despertado y se hiciera patente -presente ya lo estaba- en su Iglesia. Me contaron, personas que lo saben muy bien, que en los cur– sillos de preparación para recibir el sacramento de la confirmación se dan conferencias muy interesantes. Pero lo que más les gusta, atrae, sorprende, subyuga -y no sé cuántos epítetos más-, a los jóvenes es la conferencia sobre el Espíritu Santo. También leí en una revista que en Estados Unidos ha surgido un movimiento carismático. donde la presencia del Espíritu es tan grande que se realizan auténticos milagros. Lo cual quiere decir que la fe es grande, pues los milagros no se realizan de ordinario sin una gran dosis de fe. Es la trayectoria de Dios. Todo esto debe alegrarnos, pues el Espíritu no se ha ausentado de nosotros. Recuerdo aquella anécdota cómica, si no fuera trágica, de una 62

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