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Tercer domingo «Por tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado! no caiga» (1 Cor. 10,12). CAMINANTE. SI HAY.CAMINO A todos nos resuenan en el oído los versos sencillos y líricos de Machado: «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar... » Unos versos puestos en música y que nos han hecho soñar al– guna vez, aunque estén muy lejos del romanticismo. Porque todos sentimos nostalgia de un mundo nuevo, sin estrenar, donde nuestras pisadas sean vírgenes y vayan abriendo los caminos. Pero hoy hay camino por todas partes ... En el sentido religioso tenemos que decir esto con mucha razón: desde siempre ha habido pioneros que nos han trazado a nosotros un camino por el cual debemos marchar. San Pablo nos habla de unos hombres que marcharon por el de– sierto abriendo un camino que para nosotros ahora resulta fácil. Ellos sí anduvieron sin rumbo fijo por el desierto. Ellos sí escu– charon a cada momento la voz de Dios que los adoctrinaba. Ellos recibieron las tablas de una ley que dura hasta ahora, y que Yaveh les dio, entre relámpagos y truenos, en lo alto del Sinaí. Ellos fueron «nuestros padres en la fe», porque pusieron los fundamentos de una religión que esencialmente es la nuestra. Luego vino Cristo: «no para suprimir la ley, sino para darle su perfecto cumplimiento». Cristo mismo dijo: «Yo soy el camino, quien me sigue no andará en tinieblas ... » Nosotros en cuestión de fe y costumbres sabemos muy bien a qué atenernos. Por los siglos de los siglos muchas veces nos han gritado las verdades, muchos após– toles han derramado toda la sangre para que a nosotros nos que– dasen las rodadas bien marcadas. 36

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