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Decimonoveno domingo «La fe es la seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve» (Hbr. 11,1). FE Y SEGURIDAD En estos tiempos de cambios algunos -¿muchos?- andan bus– cando la seguridad ante una sociedad que se tambalea en sus mis– mos cimientos. Y arremeten contra todos aquellos que sugieren, piden o provocan el cambio. No se dan cuenta que la vida es vida, y ésta está constantemente cambiando. La semilla no puede quedar intacta y estática bajo tierra si quiere dar frutos. Y la historia nos enseña que de todas las épocas de cambio han brotado siglos de progresos en todos los campos para los hombres. Esa misma actitud inmovilista es la que gritan muchos llamados cristianos respecto a la fe. No tienen en cuenta que en la misma teo– logía que invocan ya se hablaba de la evolución de los dogmas, era una de las tesis estudiada por ellos y al parecer olvidada. Y que la fe es vida. Quisieran restablecer el cuadro idílico y simplista de aquel que decía a una señora moribunda, mientras la asistía: «Bueno, cuando llegue al cielo no deje de decir a mi madre, en cuanto la vea, que aquí estamos viviendo cristianamente para poder ir a hacerla com– pañía.» Era un mundo -en la tierra y en el cielo- organizado según categorías inmóviles, seguras, y que nadie se atrevía a contradecir. ¿Hasta qué punto era cierto todo eso? Pero algunos tienen nostalgia de esa vida patriarcal. Y leyendo la carta de hoy no creo que fuese así precisamente la fe de los patriarcas. Fe como la de Abrahán no la ha habido. Prueba que se nos pone 104