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CAPITULO VII PRIMAVERA DE LA VIDA Fruto del matrimonio son los hijos, que vienen a colmar la alegría de sus padres, quienes los consideran como prolon– gación de su existencia. Hablando en general, a los guajiros es fácil que se les ma– logren los primeros frutos del matrimonio, debido a que se casan muy jóvenes y también por otras razones y motivos que no son del caso enumerar. Las indias dan a luz en el :¡:)ropio rancho, no precisamente en el chinchorro, sino en el suelo, sobre unas esterillas de paja de enea, asistidas de alguna partera y también partero, que cuidan y velan a la parturienta con solicitud y cariño nada comunes. En los partos difíciles llaman en. su auxilio a algún pode– roso piache, quien toca la maraca de piachear, canta ensalmos y le soba el vienti·e, para que t enga feliz alumbramient o. Ya fuera de peligro, se asea la interesada, pues los gua– jiros suelen ser muy limpios, y permanece una o dos semanas encerrada, criando ella misma al muchachito, a veces con le– che de vaca o de aveja, ayudándole con frecuencia a amaman– tarlo alguna nodriza, a quien paga por ello su salario. El nombre del recién nacido se lo imponen sus propios padres y le dan el apellido de la casta propia, es decir, de al– gún tótem o anirr;ial primitivo, del cual, al parecer, creen des- - 69 -

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