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caibo. También pueden utilizarse, naturalmente, otras em– barcaciones de motor. Los indios ricos hacen sus viaJes igualmente en caballos y mulas, los que acostumbran enjaezar con lujosas sillas, fla– mantes colchas, lindos bridones, adornados de borlas de al– godón de diversos colores. No falta tampoco en la región el pacientísimo asno, en el que viajan los indios de menor categoría y también y muy particularmente las guajiras, cuando van al mercado indígena de Los Filudos. En estas ocasiones se forman a veces largas caravanas, compuestas de jumentos grandes y pequeños, unos sueltos y otros amarrados, curioso espectáculo que causa gra– cia al que lo observa por primera vez, máxime si todos a una voz comienzan y siguen su clásico concierto. Los indios pobres y especialmente los verdaderos pordio– ~eros que no poseen ni siquiera un triste asnillo, se ven forza- ..·,··ciós a utilizar en sus jornadas, aunque sean largas y penosas, sus propias piernas. Así y todo, estos indígenas, provistos, sola– mente de sombrero de paja, franela blanca y el tradicional guayuco, suelen ser muy caminadores. La necesidad y costumbre de andar a pie les ha dado esa buena cualidad y resistencia. Finalmente, en la Guajira como en otras regiones del país, se hace también uso del automóvil y camión. A. pesar de los malos caminos, particularmente en la época de lluvias, de cuando en cuando y más aún los sábados y domingos se ven vehículos de motor atravesar la región guajireña desde Cas– tilletes o del lado de Colombia, hasta Sinamaica y Maracaibo, trayendo guajiros. que vienen o van de paseo o a sus negocie,; mercantiles. Cuando la gran carretera asfaltada, actualmente en cons– trucción que llega ya desde Maracaibo .hasta El Moján, cruce toda la Guajira, las vías de comunicación en esa comarca h a– brán mejorado notablement e, y se podrá viajar no sólo por necesidad sino también por recreo. ¡Ojalá sea esto muy pronto! - 56 -
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