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CAPITULO IV CABALLEROS ANDANTES DE LA GUAJIRA No es necesario abrir mucho los ojos para ver que los gua– jiros vagan de acá para allá, dentro y fuera de la península, su tierra natal. Dentro, los consideramos nómadas tempo– reros, que se trasladan con sus animales a otros lugares, en busca de agua y alimento, tornando, después de largo veraneo, a sus antiguos asientos; operación que repetirán invariable– mente cada año, sobre todo durante las prolongadas y persis– tentes sequías, bastante frecuentes en aquella árida y desolada región. Decimos esto, refiriéndonos a los indios ricos y de mediana categoría. Tratándose de indios pobres, y más todavía de los verda– deros pordioseros, que poco o nada tienen que perder en su tierra nativa, suelen emigrar fuera de ella en busca de tra– bajo, pues de ordinario, son muy laboriosos, estableciéndose en las fértiles comarcas de Perijá o en las fertilísimas de San Carlos, Santa Bárbara y Santa Cruz del Zulia, donde algunos cultivan tierras propias y los más trabajan como peones en las "materas" ·o haciendas de criollos, ganando generalmente buenos jornales. A éstos los llaman indios concertados. Otros guajiros, sin ir tan lejos, se establecen en los caseríos indí– genas de Tierra Negra y Ziruma, a las puertas mismas de Ma– racaibo, viviendo algunos de la mendicidad, o lo que es toda– vía más triste y doloroso, del vicio. - 51 -
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