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sados del camino, en los bailes, nacimientos y matrimonios, y de la que llevan provisión en sus múcuras al emprender lar– gos viajes por las arenosas y calientes tierras de la península. * * * Uno de los graves problemas de la región, es la escasez de agua, elemento el más deseable en una región tan estéril y misérrima. Allí no hay fuente ni manantiales, y los pocos ria– chuelos y quebradas que existen, se secan en verano, excep– ción hecha del caudaloso río Limón. Indígenas y criollos, se abastecen de agua aflorada por molinos de viento, abiertos por el Gobierno Nacional, y en cacimbas o pozos superficiales hechos por los mismos indios, algunos de los cuales tienen el agua un tanto salobre. El día en que el Gobierno abra pozos suficientes, al menos en los puntos más estratégicos, quedará aliviada esta urgente nece-– sidad. Mientras las condiciones actuales referentes a la escasez de agua, no cambien en aquella región, las pobres indias, máxime las esclavas, seguirán siendo las cargadoras obligadas de tan esencial elemento, que se ven precisadas a buscar a. distancias considerables. · ¿Por qué razón pesa esta dura carga casi exclusivamente sobre las indias y muy especialmente sobre-.,fas.--.escla,vas•?,.-. Slo– bre éstas por razón de la esclavitud, y sobre aquéllas, porque al contraer matrimonio, son compradas por los indios, quienes las tratan sin · consideración alguna, como bestias de carga; de suerte que la mujer lleva el peso de las faenas domésticas, como son: traer leña, cargar agua, ordeñar las vacas y cabras, moler el maíz, preparar la comida y la "chicha", etc. Si preguntáis a cualquier guajiro o paraujano por qué no comparte con su mujer el trabajo doméstico, o no la ayuda al menos en algunos quehaceres más rudos y pesados, segu– ramente que contestará sin vacilar: "Anda, que trabaje, que para eso la pagué bien pagada, y bastante cara que me costó". - 43 -
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