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CAPITULO II MIRANDO POR LA VIDA Los alimentos de estos indígenas no son variados ni cos– tosos ; unos producidos por ellos y comprados ot ros , p~ro que satisfacen, si no plenamente al menos con pobreza, sus nece– sidades cotidianas. El maíz desempeña papel principalísimo en la economía del guajiro, que lo siembra en pequeñas parcelas de tierra de– nominadas huertas. Como el maíz sembrado no le alcanza, ni con mucho, para todo el año, cuando falta lo compra en el mercado indígena de Los Filudos (Paraguaipoa), en Sina– maica y Maracaibo, consiguiendo maíz blanco en Maicao, pue– ~ ecito recién fundado en la parte colombiana. Con el maíz blanco y amarillo hacen arepas, mazamorra, bollos y buñue– los, cociéndolo y asándolo, de acuerdo con la pericia de la co– cinera. Las mazorcas tiernas igualmente las asan y sanco– chan, gustándole así preferentemente a los pequeños, quienes pasan en esta ocupación sus ratos de ocio. El plátano es otro de sus habituales aliment os. En la Alta Guajira no se da por carencia de agua ; pero se produce bien en las inmediaciones de la laguna Sinamaica, en las már– genes del río Limón y sobre todo, en Los Manantiales, plan– tado por los indios que habitan estos lugares. Los plátanos, no cosechados por ellos, los consiguen en Los Filudos y Ma– racaibo y los preparan asados, sancochados y también con sebo' de ganado, chivo u oveja. Entre los plátanos que com– pran o cosechan sobresalen el filudo (topocho) y el plátano - 39 -
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