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Los ordenadores no tienen corazón ENTRO de poco tiempo, unos cuantos años, el hombre podrá conversar con un ordena– dor. Se está trabajando por. conseguir una máquina parlante ideal que pueda captar, interpre– tar y «comprender» el mensaje de la voz humana y responder al interlocutor. Para que se pueda mante– ner un diálogo fluido con un ordenador, la máquina tendrá que desarrollar mil millones de operaciones por segundo. Pero lo curioso del caso es que la «máquina» sólo podrá contestar lo programado. Lo que el hom– bre le haya metido antes en el intrincado «cerebro», sensible a un único tono, intensidad y acento local. El «cerebro electrónico» tiene hasta ahora un sólo espectrograma. La técnica no puede resolver el complejo de soledad del hombre. Si éste le pregunta, tan sólo le contestará lo que ya sabe. Para la soledad es mejor tener un perro. Dentro de poco los «ordenadores parlantes» serán huéspedes habituales en la casa: los electro– domésticos recibirán verbalmente las instrucciones y harán sugerencias con su voz cacofónica; los medios de transportes, aviones, barcos, automóviles y tre– nes, serán conducidos a «viva voz». Pero, una pena: ¡no tienen corazón sensible, ni aman! 30

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