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cubrir la cabeza con el velo, y si éste se olvidaba, suplirlo con el "moquero", que a veces no gozaba de la belleza y pulcritud exigi– das y que, por lo mismo, llevaba el sonrojo a propios y a extraños. Otra prenda imprescindible, sobre todo en el estío, era el "aba– nico", que funcionaba más rápidamente cuando el oficiante se emo– cionaba y decía misa y homilía con "añedío", vamos que se pasa– ba bastantes pueblos. Y al "ris-ras" de tanto "ventilador manual" ponía coto el oficiante de tumo-, en este celo apostólico sobresalía el P. Augusto de Villalquite-, que prohibía dicha "movida", por con– siderar que hacía perder la devoción propia y ajena. Al templo se entraba con "manga larga" y si no, la mujer debía incorporar unos "manguitos", suplemento que cubría desde donde terminaba la manga corta a la muñeca de la mano. La salida de la misa de las 12:30, la de los "señores" como sella– maba era todo un desfile de prendas de vestir y de adornar, desfile que se realizaba por la calle Empedrada hasta el bar Lucas, Casino o La Favorita". Niños en un acto misional en la parroquia. por Elias Martín ■
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