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Gobernador sin resultado alguno. ¡Si era consentidor de todo! Indignado ante las parodias sacrílegas de los entierros de la sardina, Párroco y Coadjutores elevan al Ayuntamiento, por escrito, respetuosa y enérgica protesta. El Sr. Alcalde, asustado, sin atreverse a enseñarla a los conceja– les, la guarda en el bolsillo y marcha a Madrid. Al no recibir contestación, se eleva al Gobernadm~ que lo sabia todo. Éste ordena al Tte. Coronel de la Guardia Civil de Ciudad Real abrir una.farsa de información oficial de donde resulta que aquí se había cumplido la orden del Ministro de Gobernación, no celebrando los carnavales. "En su vista, he de lamentar la manifiesta inexactitud de las quejas promovidas por esa Parroquia y me veo en el sentimiento de informar del caso al Sr. Obispo de la Diócesis", decía el Sr. Gobernador al P. Manuel, enviándole, con una candidez inex– plicable, copia de los oficios del Ayuntamiento, Policía y de las declara– ciones de los testigos que aseguraban que aquí no se había celebrado el carnaval. El Párroco se presenta a los testigos, les lee sus falsas declara– ciones recogidas y amañadas por el Tte. de la Guardia Civil de Manzanares y avergonzados.firman que sí se había celebrado el carnaval contra la orden del Gobierno, con cierre del comercio, et.,.etc. El apuro de las autoridades es grande. La carrera del Tte. de la Guardia Civil corre peligro por informar falsamente a su superior ... Una misión de conceja– les primero, y después el propio Sr. Alcalde, acuden donde el párroco a pedir perdón, y ¡cómo no! Lo alcanzan".(12) En el Carnaval de 1955 la celebración del mismo subió de tono , y el "Cronista" lo achaca al fallecimiento del Sr. Obispo. Ya se sabe, no habiendo freno, todo se desboca. En ese sentido un Concejal, en nombre de Educación y Descanso, y el .Tefe de los Municipales solicitaron del Gobierno Civil bailes de máscaras en dos salones, en uno fue la gente menos pudiente y la de más posi– bles en el Casino . En el de 1956, la política del Gobernador, D. José María del Moral, fue la de no prohibirlo sino exhortar a los Alcaldes que hicie– ran ver a la población la incultura que suponía la celebración de tales fiestas . Hubo baile de máscaras en el gran Teatro. En 1957, el Carnaval se celebró por lo alto, con disfraces en las calles y baile de máscaras en el Gran Teatro y en el salón de bodas (12) "La Crónica... ", tomo 1, p. /05 v. y 106) por E/íos Martín

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