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conmovido Ángel-. _No, -dijo D. José-, pues aún no estaba en el Colegio. _y ¿ésto, un escenario?.-repuso Ángel-. _Ésto -contestó D. José- sí donde declaman discursos, poesías, etc., y hacen teatro. _Y ¿no tienen cine?. _Algunas veces, sí; pero lo más común es que tengan conferencias con proyecciones, y algunas representaciones, hechas por los mismos niños. _Me encanta este salón por lo grande y espacioso que es y por la iluminación que tiene, -dijo Dña. Consuelo-. _Mirad una clase -continuó D. José-. _¡Vaya, -exclamó Ángel-, como en cada clase tengan dos pianos ... _No te creas, intervino Cesarita, pues entre armonios y pianos serán casi veinte; además de una buena orquesta. _Por aquí se sube al dormitorio, en donde vimos un niño enfermo cuidado por un hermano religioso quien, según nos dijo el P. Baltasar, es una verdadera madre para los niños; tanto es así que lleva unos veintitantos años en el Colegio. _¿Es este que aparece aquí?. _Sí, Ángel, el mismo. _Padre, ¿le vi yo?. _Claro, hija; os saludó, después de comer. _Fueron tres o cuatro religiosos; así me quedo como antes, si no me dice más. _Pues este hermano, era el más alto de los que fueron a saludarnos; de cuerpo recto y delgado, cabello ralo y recién cortado, frente un tanta arrugada, ojos -186-