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_El convento, -dijo D. José-, dista de Madrid 15 kms. escasos, y está situado al noroeste de la capital y a la derecha del río Manzanares, que fertiliza aquellas tierras. El edificio se levanta en lugar sanísimo, aireado por los puros vientos del Guadarrama. Al norte se encuentra una hermosa plaza con sus copudos pinos y al este una explanada empedrada para jugar los niños. _Y, ese poste que se ve ahí, ¿para qué es?. _Mujer, ¿no ves esos dos cables, que a él llegan?. _Es verdad, -exclamó Dña. Consuelo-, no me había dado cuenta. _¡Cómo hermosea a la fachada esta fila de . ' acacias .. _Más preciosa es esta otra fachada, Ángel, ha sido edificada no ha muchos años. _¿Hacia qué parte mira esto? -preguntó Dña. Cosnuelo-. _Hacia el norte. -Dijo Cesarita-. _y ¿qué árboles son estos?. -Volvió a interrogar Dña. Consuelo-. _Eso, -contestó Cesarita, son dos filas de copudos pinos, y en su sombra estuvimos nosotros sentados contemplando la sierra de Guadarrama. _Mirad, -dijo D. José, sacando otra foto-, ¿véis ésto?. _¡ Un salón de estudio, ! -dijo Ángel-. _Sí, -continuó D. José-, es un salón grande donde estudian los niños. _¡Qué bien, están! ¡Si parecen angelitos ... !.– Exclamó Dña. Consuelo-. _Y ¿no está aquí Celestino?. -Preguntó -185-