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recibidor Dña. Meli, Dña. Vicenta y la joven Cesarita, hermana de Celestino. Llegando al Colegio, el P. Guardián llamó, mediante unos toques de campana, al P. Director, el cual apareció sonriente, y viendo a los señores se adelantó a saludarlos, y presentados por el P. Guardián, el P. Director se dirigió a D. Fermín, a quien ya bien conocía, y le preguntó: _ D. Fermín, ¿qué tal su esposa?. _Bien, gracias a Dios, P. Baltasar. Ha quedado en el recibidor con la de D. Fabián y la hija de D. José. _Y ¿qué? -dijo el P. Director-, ¿este es el mocito que desea ser capuchino?. _Sí, Señor, -respondió Celestino-. _¡Bueno!. ¡Bueno!. Ya verás lo bién que vas a estar aquí; esto es hermoso y encantador. A estas palabras, añadió el P. Guardián: _Bueno, les dejo, no sea que las señoras se cansen de esperar. Usted, P. Baltasar, enséñeles el Colegio primero y después el convento; además, D. Fabián desea sacar algunas fotografías ... _Será para llevárselas a Dña. Consuelo, ¿verdad?.-Preguntó el P. Baltasar-. _Sí, señor, -respondió D. José-. _¡Solo faltaba! -replicó el P. Director-; las madres siempre desean saber cuál es y cómo es el lugar donde sus hijos viven y ¿la madre de este galán -puso la mano sobre Celestino-, va a ser una excepción?.-Todos sonrieron-. _¡Bueno!.¡Bueno! -continuó el P. Baltasar, vamos a ver el Colegio; ya verás cómo te gusta, Celestino, y cómo no desagrada a tu padre. -179-
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