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comparar con el movimiento y la pestilencia egoísta de las viviendas seglares. Aquí todo es caridad, todo es virtud; en cambio en el mundo casi todo es vicio y corrupción. _¡ Qué bien voy a estar aquí, lejos de ese ruido mundanal, que hiere los oídos y perturba el corazón!. _¡Dichoso tú, hijo mío, que has sido llamado por el Señor a este estado!. A la exclamación de D. José, siguió el silencio por oirse pasos. Eran los del P. Guardián y del hermano portero, que llegaban a la puerta del recibidor. Abriose ésta, entraron los dos religiosos; el P. Guardián saludó sonriente; y entrecambiadas algunas preguntas con respecto a la vocación de Celestino, dijo: _¡Bueno!. Vamos para que vean ustedes el convento y el colegio y les presentaré al P. Director. _¿Y nosotras no podemos ir?.-Replicó Dña. Vicenta.- _A ustedes, las señoras, les está vedada la entrada en el convento por ser clausura, mas el colegio no es clausura, se lo enseñaremos; pero no ahora, sino a la tarde cuando los niños hayan salido de paseo. _Así que, -indicó sonriente D. Fabián-quedaros aquí o id a la Iglesia, según os plazca, hasta que nosotros volvamos. _No; pueden quedarse ustedes aquí,– interrumpió el P. Guardián-; volveré yo enseguida. _Padre -preguntó D. Fabián- ¿podré llevar la máquina para sacar algunas fotos del Colegio?. _Sí, Señor, no hay incoveniente alguno. Este salió fuera en busca de la máquina. Volvió con ella y fueron al colegio. Se quedaron en el -178-

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