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Sí, amigo mío, Ángel, ni la distancia, ni el tiempo serán capaces de separar mi corazón del tuyo: y para que tengas un recuerdo y lo puedas llevar junto a tu corazón, te voy a dar una medalla de oro, una medalla que en el anverso tiene el Corazón Eucarístico de Jesús y en el reverso la Divina Pastora. Sacó Celestino de su bolsillo un portamonedas preciosísimo y de éste la medalla envuelta en un pedacito de paño de seda, y al entregársela, ya desenvuelta, a su amigo, dijo: _Ángel,¿ves cómo este corderito está recostado sobre la rodilla de la Santísima Virgen y cómo le acaricia el Niño Jesús?, así quiero que te pongas tú junto a la Stma. Virgen María; es decir, que siempre te encomiendes a Ella y siempre la tengas por Madre y como a tal, con toda la confianza de un hijo, acudas en tus necesidades; y notarás bien pronto que Jesús te acaricia como a ese corderito, y sentirás siempre en tu alma la paz y fortaleza que te será indispensable. Ten la medalla: recíbela como un recuerdo de tu amigo que mucho te quiere y te ama, y que te la da con todo el afecto de su corazón, como ahora te da un beso y un abrazo. Sin aguardar más, se abrazaron los dos amigos; e inmediatamente Ángel se desprendió la pluma estilográfica del bolsillo pequeño de la chaqueta y se la ofreció a su amigo con frases afables y contundentes: _Ten Celestino, mi pluma y consérvala como un recuerdito, aunque insignificante, de nuestra gran amistad. _Mira, Ángel, no te disgustes, porque no te reciba este regalo, pues es un objeto de gran valor por -157-

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