BCCCAP00000000000000000000762
a su madre en el sofá, apagó las luces de su cuarto y volvió a coger entre los brazos a su madre de manera que, cuando llegaron Jesús, Andrés, Felisa y otras criadas encontraron a la madre con el rostro blanco corno la cera, sostenida por su hijo Ángel, que no estaba menos pálido. _¡Andrés! -exclamó Jesús-. Vete a llamar enseguida al médico D. Marcelino. Andrés se fué y entre Ángel y Jesús llevaron a su madre a su habitación y su cama. Cuando llegó el médico, ya Dña. Remedios había vuelto en sí; pero esto no fué obstáculo para que la reconociese D. Marcelino, quien dijo después de haberla auscultado: _No encuentro nada. Sin duda que fué un desmayo causado por alguna fuerte impresión. _Eso mismo creo yo, D. Marcelino.-Replicó Dña. Remedios cuidando de ocultar lo acontecido.– _Pero de todas las maneras -prosiguió el médico- usted debe guardar cama hasta las diez o las once de la mañana. En la cama continuó Dña. Remedios, y ¡ qué noche tan funesta para ella!. Todas fueron pesadillas; a veces despertaba sobresaltada, otras llorando y en algunas se encontró sentada en la cama. Pero, por fin, amaneció el nuevo día y con el día cesaron las pesadillas y los insomnios y procuró distraerse por todos los medios que la fué posible; la distracción y la disipación borraron las impresiones de la noche pasada; y fracasaron los resultados que Ángel esperaba; pues su madre quedó aferrada en su juicio como antes o más todavía. -151-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz