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que no se quede ningún bulto abajo". Y a otros les impele a exclamar: "¡Bajemos pronto, que nos esperan!." Efectivamente, de un coche de primera bajaron Jesús y Cesárea, juntamente con unos tíos de ésta que se llamaban D. Fermín y Dña. Meli inesperados por Celestino. Hechos los saludos acostumbrados, todos se dirigieron al auto de Cesárea y Celestino. Montados y colocados los bultos y maletas del modo que Dios les dió a entender, a una indicación de Celestino el chófer puso en marcha la furgoneta que parecía un microbús. _Conque, Celestino, -exclamó su tía Meli- ¿Te vas a meter fraile?. _Sí Señora; y fraile Capuchino. _¿Para cuándo te vas a ir? -Preguntó su tío D. Fermín-. _Todavía no lo hemos determinado; mas supongo que será a mediados de Agosto. _Muy bien -prorrumpió Cesárea- pero... ¡Dios mío! qué poco tiempo me queda para estar contigo. ¡Solamente unos dos meses!. Jesús intervino, miró a Ángel y dijo: _Mi hermano también quiere ser sacerdote. ¿Verdad, Ángel?. _¿De veras?.-Interrumpió Dña. Meli-. _Tan de veras. -Contestó Ángel-. A lo que Jesús replicó: _Ahora creo que mi madre no lo dejará. _¿Por qué?.-Preguntó D. Fermín-. Y Jesús con cierta sonrisita le contestó: -Porque es el menor; y ...el de los mimos ... Ángel escuchaba todo esto con la cabeza baja, y su amigo Celestino con mucha habilidad, cambió de -140-
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