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Había recibido Dña. Remedios carta de la marquesita Avelina, e incluía en ella una tarjeta para Angel. _La marquesita me encarga que te dé esta tarjeta; tenla. _Esa flor de pensamiento y ese precioso lazo me han dicho todo lo que contiene; así que puede quedarse usted ya con ella. _¡Consérvala tú! ¿para que la quiero yo?. _Pues yo tampoco la quiero para nada. _Déjate ya de tonterías y cógela. _Ya que se empeña... Cogió la tarjeta y sin leerla exclamó: _¡Como me estorbará en el cuarto... ! -y la rompió-. Dña. Remedios presurosamente le arrebató de las manos unos cuantos pedazos; iba en uno de ellos el pensamiento y el lazo; y prorrumpió: _¡Como si no tuvieras en el cuarto otras cosas que te estorben más que esta!.¡Habrase visto.. ! ¡Con qué frescura la hace trizas!. ¿Ese es el respeto que tienes a la Marquesita?. Te hace una distinción y ¿así -107-