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492 No llegan ruidos a la pobre cocina donde la viuda Aniceta González y su hija Conchita pasan la tarde. No están ellas mano sobre mano: las apremiadas mujeres de aldea saben tan poco de ociosidad como de diversiones. -«Escuche: ¡Tocan las campanas! -exclama de pronto la hija. -Será por el Papa -dice la madre. ~Seguramente ... Pues, ¡yo no quedan más que tres! Aniceta levanta sorprendida la cabeza: -¿Qué es lo que estás diciendo? -Lo que oye. Que ya sólo quedan tres Papas. -¿Y de dónde sacas tú eso? -No lo he sacado yo; me lo ha dicho la Virgen. Puede ser que la Virgen le hablara de esto en varias ocasiones; pero sabemos, gracias a las notas de don Francisco Clapes Maymó, que fue en la madrugada del 20 de diciembre de 1962, cuando por primera vez se le oyó a Conchita este ·sorprendente anuncio (véase el cap. X de la 2.ª Parte, al final). (Al revisar las cartas de Maximina que últimamente me han llegado, veo que también ella da testimonio de la profecía. Escribe así el 20 de diciembre a la familia Pifarré: "Hoy dijo (Conchita), que ya no habría nada más que otros tres Papas. Traía un diálogo con la Virgen, se veía que precioso. Dijo también, no recuerdo en qué planetas o astros, que había gente; me parece que dijo en dos"). Aniceta reacciona con lógica: -Entonces, ¿quiere decir que viene ya el fin del mundo? -La Virgen no me dijo "fin del mundo", sino "fin de los tiempos". -¿No es lo mismo? -Pues no lo sé» 21. Por aquellos días estaba en el pueblo la señora del doctor Ortiz, Pa– quina de la Roza Velarde. Una mañana se iba a tener en la parroquia misa de funeral por el Papa fallecido, y las campanas empezaron a tocar a buena hora. Doña Paquina, Maximina, otra mujer y Conchita, después de haber rezado el rosario en la Calleja -¡qué encanto el de aquellos rosarios en el silencio y el frescor de la mañana!- se dirigen a la iglesia; y por el camino van hablando de la noticia del día.. . -Quizá con la muerte del Papa se acabe también el Concilio 28 , pues ... Conchita: Otro Papa vendrá y el Concilio seguirá. 27 Maximina, tía y madrina de Conchita, estuvo presente en la escena, a juzgar por una carta suya que he visto en la colección Pifarré; es del 5 de junio: «El día que murió el Santo Padre, cuando se dijo aquí que se murió, estaba yo con Conchita, y va y dice: ¡ Ay, ya no faltan más que otros tres! Y su madre le dijo así, un poco enfadada: ¿Qué sabes tú? Y ella le contestó muy asegurada (muy segura): Pues lo sé; porque me lo dijo la Virgen . A su madre no le gusta que diga así las cosas, porque, aunque se ve que cree, ya sabes, siempre está con miedo de que no sea cierto... » 28 El Vaticano II, convocado e inaugurado por el fallecido Juan XXIII, sólo había tenido una etapa, de octubre a diciembre de 1962, y durante ella había to– mado un rumbo, que no era ciertamente el que sus organizadores habían imagi– nado... El Concilio casi no había hecho más que empezar, y se contaba con su continuación; pero todo dependía de lo que decidiese el nuevo Papa.
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