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Se fue con prisas a la montaña 483 »El rostro de la niña se contrae en una risa nerviosa y prolongada; al fin, dice: "Sí, señor" ... Nuevos titubeos ,y concluye, con visibles ganas de evadirse: "Yo tenía miedo, porque decía mentira y nos podían des– cubrir".» Quien sepa leer no necesita de ayudas para captar el trasfondo de este diálogo. La niña trata de mantenerse en algo que no siente, pero a lo cual parece verse forzada. Aquí se cumple una vez más lo de «estar entre la espada y la .pared»: la pared eran unos «hechos» que no se po– dían destruir ni olvidar; la espada, una fuerte presión que la obligaba a ir en contra de todo lo que interiormente sentía. A veces Mari Cruz ha dicho que «el miedo la forzaba a fingir éxtasis día tras díá» .. . Pero quienes conocen bien lo de Garabandal, saben de sobra que tal afirmación se deshace contra dos hechos incontrastables: Primero, que ella bastantes veces se quedó con «las ganas de tener aparición» durante días y semanas... , cuando sus compañeras la tenían. Segundo, que, también más de una vez, fue ella sorprendida en éxtasis en lugares donde no había ni un solo espectador que la hubiese obligado a «fingir». Concluye el P. Retenaga: «Durante esta mi última estancia en San Sebastián de Garabandal, me ha llamado poderosamente la atención que, mientras Conchita, Loli y Jacinta han confesado y luego comulgado estos días, Mari Cruz no ha confesado ni comulgado.i. Desde luego, no hay que dar demasiada importancia a esto; pero puede ser un indicio. No muchos días después de la fecha en que tuvo lugar esa entrevista del P. Retenaga con Mari Cruz, ocurrió otro pequeño episodio que recoge «L'Etoile dans la Montagne», en las páginas 128 y 129: « Un día de marzo de 1963, estábamos en la pequeña tienda o comercio del pueblo acompañados de un amigo español, abogado. De pronto llega Mari Cruz. Parándose en la puerta, nos dirige una mirada que parece tener no sé qué de tristeza. »Ya ha cumplido trece años. Su cara es palida, alargada; la frente, huidiza, como de criatura que estuviese habitada por un ser distinto de ella misma. Hablamos ... Ella repite: "No, yo no he visto jamás a la Virgen". No hace un solo movimiento y su voz, monótona, parece venir de otro mundo. »Inútilmente nuestro amigo español, durante un buen rato, la asedia con preguntas y observaciones: no le saca nada... , fuera del "No, yo no he visto jamás a la Virgen", que ella repite una y otra vez, siempre en el mismo tono, con una voz que parece venir de lejos. »Al fin, ella se marcha sin saludarnos siquiera, lo que resulta muy extraño en este pueblo de Garabandal, donde la gente se muestra siempre tan cortés. Nuestro amigo el abogado no puede callarse este desahogo: "Acabamos de ver un fantasma. No es ella quien nos ha hablado".» Un nuevo fenómeno: las «locuciones» Las ondas del gran desconcierto que sacudió a Garabandal en ·enero de este año 1963 alcanzaron también, según hemos visto, a la que parecía

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