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CAPÍTULO X HACIA EL FINAL 1962 venía siendo un año «colmado» en el proceso de Garabandal. Innumerables apariciones de la Virgen, muy numerosas «comuniones místicas» de las niñas, ciertos episodios fuera de serie, como las «no– ches de los gritos» y «el milagruco» del 18 de julio, los anuncios «in crescendo» del Milagro... Precisamente, todo eso del Milagro empezó a aparecer como un final del largo proceso. Por una parte, vendría a poner el definitivo sello de garantía sobre el origen de tantos y tan extraños fenómenos; por otra, vendría a dar la última oportunidad de salvación antes de la gran catástrofe. Con el Milagro a la vista, bien se podía ir pensando en el desenlace... Porque a nadie, seguramente, se le ocurría que todo aquello pudiera seguir así indefinidamente. Y lo del Milagro se redondeaba progresivamente con los dichos de las niñas y se agrandaba de igual forma en la espera de los visitantes. Más detalles, más expectación El invierno de 1962-1963 se echa sobre las alturas de Garabandal sin que se interrumpa la marcha «normal» de los sucesos. Las tres videntes ·que quedan, Jacinta, Loli y Conchita, suelen tener sus éxtasis por separado; pero a veces las tres coinciden en el mismo, y su marcha extática resulta entonces de una singular belleza. En las notas de don Valentín -3 de diciembre de 1962- se lee:
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