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452 con los hechos tengan una orientación segura, en cumplimiento de nuestro deber pastoral y haciendo uso de nuestras facultades: 1) Confirmamos en todas sus partes las notas oficiales de este obispado de Santander, fechadas los días 26 de agosto y 25 de octubre de 1961. 2) Prohibimos a todos los sacerdotes, tanto diocesanos como extra– diocesanos, y a todos los religiosos, aún exentos, el concurrir al mencio– nado lugar, sin expresa licencia de la autoridad diocesana. 3) Reiteramos a todos los fieles la advertencia de que deben abste– nerse de fomentar el ambiente creado por el desarrollo de estos hechos y que por tanto deben abstenerse de ·acudir a la citada aldea con ese motivo. En cuestión de tanta gravedad esperamos de todos vosotros el pun– tual cumplimiento de estas disposiciones. EUGENIO, obispo de Santander 9 .» Vemos cómo la Comisión encargada de Garabandal sigue con la misma letra y la misma música: Los fen_ómenos carecen de todo signo de sobrenaturalidad, tienen una explicación de carácter natural. ¡Ro– tunda afirmación! Doble afirmación, que se· pretende imponer, pero de la cual nunca se han dado pruebas o explicaciones. Será que los co– misionados exigen que nos fiemos absolutamente de su palabra, es decir, de su competencia y autoridad. Nos gustaría· hacerlo así, si no hubie¡a demasiados indicios de los procedimientos inadecuados con que ellos han llevado el asunto. Lo hubiéramos hecho así, de no tener frente a sus apreciaciones las de otros, que en cuanto a calidad, no desmerecen nada a su lado, que en cuanto a cantidad les dejan notablemente atrás, y que, además, han seguido más de cerca y con mayor atención la marcha de los fenómenos Observemos que- si en la apreciación «oficial» de tales fenómenos se sigue con la misma letra, en las disposiciones disciplinarias se va acentuando la hostilidad. Lo que en la última nota de don Doroteo Fernández (24 de octubre de 1961) era: ... deben los sacerdotes abste– nerse en absoluto de cuanto pueda contribuir a crear confusión entre el pueblo cristiano, se convierte en esta primera del nuevo obispo en: Prohibimos a todos los sacerdotes el concurrir al mencionado lugar; y del no se dejen seducir los fieles por cualquier viento de doctrinr se pasa ' Don Eugenio Beitia Aldazábal, vizcaíno, era. el nuevo obispo titular; hacía unos meses que había sucedido en el gobierno de la diócesis al administrador apostólico que ya conocemos: don Doroteo Fernández. Así, pues, monseñor Beitia fue el se– gundo de los prelados santanderinos que hubieron de enfrentarse con el interro– gante de Garabandal. ¿Con qué fortuna? Al ser nombrado para la sede montañesa, florecieron muchas esperanzas de que tendría largo y fecundo episcopado, tal vez por el santo recuerdo de don José Eguino Trecu; pero tales esperanzas no du– raron mucho...

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