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Se fue con prisas a la montaña 449 pasaba por los Pinos; y también a un hijo de Simón y María cuando una madrugada, antes de que amaneciera, bajaba hacia Cossío para coger el coche de línea. La señora Herrero de Gallardo charlaba con el señor !llera (persona– lidad bien conocida en Santander) en el Hotel Real de dicha ciudad, el 2 de septiembre de 1965, y de sus labios recogió este confidencia: «Yo no soy quién para decir si los sucesos de Garabandal han sido v~rdaderos o han sido falsos: eso es cosa de la Iglesia. Pero yo sí puedo dar testimonio de lo que he visto, porque seguí con todo interés las cosas que allí ocurrían en 1961 y 1962... Esto que le voy a contar ahora tuvo lugar en 1964, cuando ya habían acabado las "apariciones" 4 • »Yo había subido al pueblo y andaba de un lado para otro, cuando de golpe, en un cielo bien claro y despejado, vi irrumpir un nublado negro y muy denso, que fue a estacionarse sobre los Pinos. Yo me quedé mirándolo, extrañadísimo y sin saber explicarme de dónde había podido salir. El nublado parecía agrandarse, cada vez más oscuro, ame– nazador... •»Lo estaba contemplando, con no pequeña impresión por mi parte, cuando también de golpe el nublado se abrió en su mitad, y como si brotara de sus entrañas, apareció allí un pequeño resplandor, o si quiere, una nubecilla blanca, muy luminosa, que fue agrandándose, agrandándose, hasta engullir o hacer desaparecer al imponente nublado negro. Durante un tiempo que no puedo precisar, varios minutos, desde luego, la resplandeciente nube blanca se mantuvo allí, coronando los Pinos; y repentinamente, inexplicablemente, desapareció, dejando un cielo tan azul y transparente, como si nada hubiera pasado por él.)> El hecho parece innegable, y su relato dará pie para no pocos co– mentarios e interpretaciones. ¿Era todo aquello anuncio profético de algo que iba a ocurrir? Y en caso afirmativo, ¿de qué porvenir se tra– taba?, ¿del de Garabandal, tan desestimado por ciertos «doctores», tan recusado por no pocos jerarcas?, ¿o del de la Iglesia después del Con– cilio, según unas reveladoras palabras de Pablo VI que luego repro– duciremos? 5 Ante el misterio, sólo el cielo puede dar respuestas satisfactorias. Congregación en Roma. Asedio en Garabandal Los últimos días de septiembre fueron en el pueblo de preparación inmediata para el Concilio. Lo sabemos por el abogado de Palencia don Luis Navas, que llegó allí el martes día 25. La primera noche de esta su · nueva estancia -es él mismo quien lo dice- fue una noche de «vigilia» particularmente dura. No es de extra:í.ar que aprovechase la mañana del día 26 para dormir. «-Me ·desperté a las tres de la tarde. Un horario tan extraño . me recordaba el de los Cursillos de Cristiandad, aunque el de éstos no • Las «apariciones», propiamente, no acabaron del todo hasta noviembre de 1965; pero desde enero ele 19ó3 se había producido en ellas un. eclipse casi total. 5 Homilía del día de San Pedro (29 de junio) de 1972 en la basílica del Vaticano.

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