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Se fue con prisas a la mcntaña 443 Cruz y a Jaci:nta no les d~ el ángel la comunión, y me dijo que no lo sabía, que a lo meJor eran meJores y por eso no lo necesitaban... » Ese día 18 de septiembre debió de ser el último en lucir el foco de Mari Cruz 9 , pues a partir de entonces da la irr.presión de quedar definiti– vamente apagado. Leo en la ya citada carta .de doña María Herrero de Gallardo, escrita en Santander el 7 de octubre: «Fui a casa de Mari Cruz a llevarle unos pasteles, y me dijo que llevaba ya un mes sin ver a 1~ Virgen... » Y el doctor Ortiz, que subió una \-ez más a Garabandal, con Plácido Ruiloba, el sábado día 24 de noviembre, anotó de .ese día: «Las tres niñas en éxtasis estuvieron cantando a la puerta de Mari Cruz: pedían que ésta volviera a ver a la Virgen... Yo pregunté a Mari Cruz, delante de su madre, si seguía subiendo a rezar el rosario en el "cuadro" a las seis de la mañana. -No; ahora lo rezo en casa. -Pero, ¿no te mandó la Virgen rezarlo allí en 1a Calleja? -Sí. -¿Cómo no lo haces entonces? Sin dejar hablar a la niña, intervino rápidamente su madre para de– cir que ella no se lo había quitado, que ella no le había dicho nada... -Entonces -insistí yo, dirigiéndome a l\1ari Cruz-, ¿quién te ha quitado de ir allí? ¿Por qué no vas? La niña se puso colorada, pero no contestó. Más tarde estuve con Jacinta, y le pregunté por lo mismo, que si ella seguía yendo a la Calleja... -Sí, voy todos los días a las seis de la mañana. Nunca he dejado de hacerlo. Un día se me ocurrió preguntar a la Virgen si podía cambiar la hora: me dijo que sí, que podía cambiarla; pero luego yo he preferido segUir como hasta aquí, no fuera a suceder qi:.e me pasase también a mí lo de Mari Cruz. -¿Qué le ha pasado a Mari Cruz? -Que en septiembre dejó de rezar el rosario como le había mandado la Virgen, en la calleja, y desde entor, .es ¡no la ha vuelto a ver!» El foco de Mari Cruz quedó, pues, definitiYamente apagado. ¿Es que, sin culpa de nadie, tenía que suceder así según los planes del cielo? ¿Es que hubo culpa por parte de alguien? Y si hubo culpa, ¿de quién fue?, ¿de la misma niña?, ¿de sus padres o familiares? No sé de nadie que esté en condiciones de dar cumplida respuesta a estas preguntas. 9 Pocos días más tarde, el doctor Puncernau tuvo una especial atención con Mari Cruz: «Le di mi anillo de matrimonio para que lo die::-a a besar a la Virgen, como acostumbraba a hacer. .Ella muy contenta se puso mi aro en uno de sus dedos. Pasaron tres días y Mari Cruz no tenía aparición, no entraba en trance. La noche del día que me debía. marchar le diJe: '"Tendrás que devolverme el anillo, pues a· las tres de la noche debo marcharme." -"Déjemelo un poco más... , a lo mejor esta noche tengo aparición." Se lo dejé. Las. otras tres entraron en éxtasis. Iban las tres 2ndando en trance, cogidas del brazo. Mari Cruz se acercó, se cogió al brazo de una de las otras, levantó la cabeza y así anduvo diez o doce pasos, para ver si le prendía el trance también a ella. Pero no hubo trance. Se desenganchó triste; sin decir palabra me devolvió el anillo y se alejó cabizbaja. Explico esto para que se vea hasta qué punto el éxtasis venía cuando venía..., no cuando ellas querían.»
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